Oporto, la ciudad del Bacalhau, de la Francesinha y de ese río Duero que tanta vida le da desembocando en el Atlántico.
Con estas credenciales (y muchas más..) no podíamos evitar ir a verlo y disfrutar de todo ello. Por eso, el viernes nos pusimos en marcha desde el trabajo yo y desde casa Rhea. Coincidimos los dos en el metro línea azul dirección Sants, donde cogeríamos el tren que nos deja directos en la T2.
Fuimos con bastante tiempo dado que la huelga de seguridad del Prat, aunque cancelada, seguía dando algunos coletazos, debido a esos turistas desinformados que temían perder sus vuelos. La verdad que al final no tuvimos ningún problema, fue llegar y pasar el arco de seguridad en menos de 5 minutos.
Vuelo tranquilo de apenas 2 horas que, pese a haber salido con media hora de retraso, nos dejó a una hora bastante prudente. Pensábamos subirnos a un taxi, pero se me ocurrió la idea de probar a ver si había algún Uber y acerté. Por unos 11€ estábamos en la puerta del hotel. El único inconveniente fue que Rhea quería salir a cenar algo, pero yo estaba totalmente roto de cansancio y nos fuimos al hotel directos a dormir.
Al llegar nos recibió un señor muy amable que en un español cuasi perfecto nos explicó dónde podíamos ir en Oporto, y nos dió las llaves de la habitación deseando buenas noches. Llaves que pesaban una tonelada, ya que el llavero era como un trozo de madera antigua, jeje.
La habitación muy amplia, con dos camas, una de matrimonio y una de niños. La verdad que aquí fue un poco fallo, porque ni yo cabía de largo, ni Rhea y yo de ancho, aparte que las almohadas y el colchón eran de otro siglo. Pero bueno, estaba limpio y eso era lo que contaba.
Sábado 9
El día amaneció pronto después de dar 15000 vueltas en la cama, la cual sonaba como que estuvieras ahorcando gatos... Uff, horrible!!! Rhea durmió peor, yo como llegaba destrozado del día anterior descansé pero obligado casi.
Nos pusimos en marcha pronto, sobre las 9 estábamos saliendo ya del hotel rumbo al desayuno. Habíamos elegido para este día uno de los locales recomendados, justo enfrente del Mercado do Bolhao, llamado casi igual, Confeitaria do Bolhao. No sé si está de moda últimamente o simplemente es bueno, pero había cola para sentarse, y yo con el hambre que tenía, encima viendo los escaparates que te dejan loco....me costó aguantar. Nos pusimos a la cola y en menos de 10 minutos estábamos sentados ya pidiendo.
De ahí entramos a ver el mercado de enfrente, porque parece famoso y bueno, ya que estábamos ahí, por qué no echar un vistazo.
Esto era lo más destacado y eso que estaba a la entrada. Un hombre tocando la canción de Amelie con una especie de acordeón que tenía una manivela que al girarla, desprendía un papel que hacía sonar la caja de resonancia. Al lado una niña con un gallo y un pajarito al hombro de ambos. El resto del mercado era bastante cutre, viejo, dejado, con lo típico, fruterías, pescaderías, carnicería, poco más.. ahh si, recuerdo de todo tipo. |
Estaba bastante negra de suciedad y no merecía la pena perder el tiempo siquiera haciendo alguna foto, de verdad, es que era de las peor cuidadas. Seguimos entonces hacía abajo por la Rua Dr. Antonio Luis Gomes hasta llegar a la Camara Municipal de Porto. Esta si que era elegante, con una torre central que se veía desde todas partes. Lástima que había un escenario en medio, probablemente de algún acto político, y las fotos quedaban un poco raras con eso en medio.
Seguimos bajando la calle hasta llegar a la intersección de Praça da Liberdade con Av. dos Aliados. Ahí decidimos, casi sin saber, tomar la dirección de la estación del tren, otro de los puntos de interés de la ciudad, a la cual no entramos casi hasta el último día. Ahí de repente nos sorprendió al fondo una imagen de una especie de castillo, que no teníamos en mente, La catedral de Sé.
Grabamos un par de videos chorra a mi amiga portuguesa que vivía ahí, y nos pusimos en camino a la catedral. Estuvimos un buen rato entre fotos, videos, porque está muy chula. Entramos a verla y recorrimos los pasillos mientras grupos de turistas llenaban los bancos y otros se alzaban para sacar las mejores instantáneas del pórtico y los bancos de madera.
Había una entrada a una especie de claustro desde ahí mismo, pero ya decidimos no entrar, porque no nos pareció gran cosa (algo se veía desde afuera).
Cuando nos cansamos, nos fuimos a la zona del mirador y empezamos a descender por unas escaleras, con la idea de llegar abajo, a la Ribeira do Douro. Entre ruso y ruso, un poco de tiempo para el postureo, jaja. Llegamos abajo a la rivera del río y ya la verdad que merecía la pena haber ido. Las vistas eran impresionantes, y eso que el día no empezó muy allá, totalmente nublado |
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Seguimos caminando por toda la orilla mientras nos hacíamos fotos, descansábamos un poco y apreciábamos las vistas impresionantes de los puentes. La idea ahora era ir hasta la cúpula de cristal que se veía desde lejos, en el denominando Jardíns do Palacio de Cristal. |
La verdad que era un paseo de la leche, pero teníamos que hacer algo de tiempo antes de ir a comer, ya que con el desayuno se nos había quitado el hambre por completo. La verdad que las cuestas hasta llegar allí ayudaron, porque vaya tela. Desniveles de mas del 20% seguro, una barbaridad.
Los jardines eran muy bonito, tranquilos, con sol o sombra, a gusto del consumidor, fuentes por todas partes, palmeras... muy relajante la verdad. El problema es que ya nos empezó a dar hambre tanto paseito, y salimos por la misma entrada norte con rumbo: A COMER!!!
No teníamos claro dónde iríamos, pero necesitábamos algo rápido. Rhea estaba un poco loca con tanto Instagram y tantas opciones, y al final llegamos al Jardim da Cordoaria y ahí mismo, donde vimos un menú un poco bueno nos sentamos.
La verdad que salió todo barato y es que lo bueno de vivir en Barcelona es eso, que nada puede ser más caro :P
Después de un rato, nos pusimos de nuevo en marcha calle abajo, atravesando los juzgados por la Rua Dr. Barbosa de Castro, ya que vimos que teníamos un mirador no muy lejos, desde donde se veía la ciudad también. El mirador parecía un terreno abandonado al lado de la iglesia de Misericórdia do Porto. Eso si, no engañaban las reseñas de que las vistas eran geniales. Ya estaba lleno de gente haciendo miles de fotos, y nosotros que no somos menos, hicimos otras tantas.
Hay una anécdota curiosa de una chica a la que Rhea estaba llamando - "Hey, sorry?, excuse me? hola?" - para que nos hiciera una foto juntos, y la tía, que nos estaba escuchando de sobra, haciéndose la loca leyendo un mapa no sabemos por qué, muy rara.
Luego Rhea, mientras la tía nos enfocaba, le decía que se colocase un poco más a un lado y ella pasando de todo, hizo la foto y nos devolvió la cámara como sin ganas...vaya tela. Bueno, por lo menos quedó bien la foto, ¿no?
Igreja paroquial de Santo Ildefonso.
Tras más de una hora allí sentados con los pies al aire, jeje, decidimos reemprender la marcha calle abajo por la Rua de Augusto Rosa dirección al funicular, pensando que nos dejaría en otro castillo que se veía en el mapa turístico de papel que teníamos. Al llegar al funicular nos dijeron que no, que ese solo iba a la rivera del río, es decir, sólo te ahorraba bajar las escaleras. Nos miramos y nos negamos a subir, ya que eran unos 5€ solo por ahorrarte escaleras "de bajada"!!!..
Cuando nos acercamos más al puente, empezamos a escuchar gente cantando algo parecido a música reaggie. La verdad que lo hacían genial y nos quedamos ahí aposentados haciendo un timelapse durante casi 2 horas. Compramos algo de beber y ahí apalancados nos quedamos escuchándoles.
Cuando oscureció un poco, nos movimos en búsqueda de un restaurante. El primer intento fué uno muy famoso llamado Postigo do Carvao. Debe ser muy conocido por los amantes de la buena gastronomía, y cuando llegamos a las 7 y poco ya había gente esperando a que abriese. Iban tarde y la gente se agolpaba, pero no abrían.
Cuando finalmente abrieron, dejaron entrar a unos 10 que por suerte estaban delante, no se coló nadie, pero cuando llegó a nosotros nos dijeron - "se acabó, está completo" - jajaj de risa. Es decir, sin reserva no comes ni loco. Preguntamos para mañana y dijeron lo mismo, completo. En ese momento el instagram de Rhea se puso en marcha y empezamos a callejear como locos sin sentido y encontramos otros muy pequeños que también estaban completos, y decidimos reservar en otro conocido pero para el domingo a cenar.
Nos pedimos un poco de pan para untar con mantequilla y unas olivas, un plato de quesos de Portugal y luego lo que se ve en la imagen. Ella un plato de Bacalhau a Brass y yo un bistec. El bacalao de Rhea estaba buenísmo, debe ser típico en Portugal aunque no mucho en Oporto, ya que nos costó encontrarlo bastante.
La verdad que nos calentamos con los entrantes y luego esto, que era lo mejor, casi no entraba. Yo llegué a probar hasta el brócoli, para que se vea el nivel que tenía el sitio. Muy bueno y salímos a unos 25€ por cabeza, algo normal para nosotros.
No quedaba tiempo para más, así que nos pusimos rumbo a casa caminando para bajar la cena un poco sobre las 21.30, aunque luego en la habitación costó digerirlo, pero mucho.
Para despedir el día, una anécdota dentro de la habitación muy graciosa (ahora dicha desde aquí). Yo iba por la habitación en pies y de repente vi algo negro en el suelo inherte, y pensando que era una goma del pelo le dí una patada hacia un lado. A los pocos minutos Rhea pega un salto y dice algo así como - "joder qué asco" - yo me acerco y resultó ser un cienpiés muerto en el suelo, jajajaj. La paranoia de Rhea empezó a adueñarse de ella. - "revisa las sábanas y el suelo bajo la cama" - decía la pobre.
Por suerte no había nada más y pudimos ducharnos y acostarnos tranquilamente a descansar los casi 15km de pateada que nos habíamos dado.
Domingo 10
Hoy habíamos acordado ir a tomar un barco para recorrer el río y sus 6 puentes, con lo que a las 8am tocaron a diana. Qué sueño madre mía!!
Teníamos dudas en cuanto al desayuno, porque el sitio elegido estaba lejos, y como la idea era estar en al muelle sobre las 09.50 para comprar los tickets, nos pillaba un poco justo. Pero como teníamos ganas de azúcar, nos pusimos en marcha dirección al metro de Trindade, que nos llevaba directos en 3 líneas diferentes. Andando eran unos 22 minutos, pero pasamos. El sitio elegido estaba al lado de la parada 24 de Agosto y se llamaba Chicana.
Con el susto en el cuerpo todavía por la enorme cuenta, nos pusimos en marcha hacia el río. Íbamos callejeando hasta que dimos con un mercado (no se sabe muy bien si era o no clandestino) de aves de todo tipo: de colores, grandes, pequeños, incluso conejos.
Pasamos de largo y encontramos una cuesta enorme que llevaba directamente al río, así que por ahí nos metimos.
Salimos tarde, es decir, el primer viaje era a las 10am, pero como siempre, por esperar por más gente, salimos a las 10.15-10.20 am. Nos subimos al barco y la parte delantera, que va descubierta, estaba casi petada ya, y nos sentamos en un lateral para ir haciendo fotos y videos.
Una vez alcanzado el tercero dimos la vuelta ya con dirección al otro extremo del río, cerca de la desembocadura. No hay mucho que decir, es simplemente disfrutar de las vistas, el sol en la cara y un paseo relajante.
Acabamos sobre las 11.15am y todavía quedaba mucho por ver en la ciudad, así que comenzamos a subir calle arriba buscando la Torre dos Clérigos. Es básicamente una torre de una iglesia, pero que está en la zona alta de la ciudad y tiene unas vistas impresionantes.
Al llegar nos dijeron que había una cola de unos 30 minutos para poder verla, y de hecho, cuando compras los tickets (4€ persona), te obligan a hacer un recorrido por toda la zona superior de la iglesia, donde se ve la misa y varios enseres relacionados con la misma.
Nosotros la verdad que pasamos bastante y tiramos directos a la torre, o mejor dicho a la cola de la entrada a las escaleras que llevaban a la torre. Mientras esperábamos, lo que veíamos por la ventana era una especie de centro comercial pequeño, con un césped encima donde la gente se tiraba a tomar algo en butacas y bancos y nos dió una idea: hacer lo mismo !!! jaja
Bajamos a la media hora o así y nos fuimos directos al césped de enfrente a tomar algo, yo Coca y Rhea se pidió un vino de Oporto para probarlo. Yo no soy de vino, pero lo probé, y la verdad que sabía como a vermouth aunque más suave, una sabor raro. Of course, se lo dejé todo a ella y yo me puse a hacer mi típico timelapse con la cámara, jeje.
Tras una hora o así bajo una sombrilla y tomando patatas fritas, nos levantamos rumbo a la parada del tram 22, otra cosa típica que hay que hacer al venir a Oporto :P Tuvimos que preguntar por la parada porque no está bien indicada, y siguiendo la vía y los carteles llegamos a una en la Plaça de Parada Leitao. O eso creíamos porque nos tocó salir corriendo a subirnos a unos 100m.
También teníamos un sitio preparado para ir a comer, pero no tras muchas vueltas intentado encontrarlo, nos dimos cuenta que era uno que estaba cerrado por vacaciones, mierda!!! Así que seguimos mendigando como siempre hasta que encontramos una calle con varios y nos metimos en uno que le sonaba a Rhea era bueno, el ora viva.
El sitio como se ve era muy estrechito, y según llegamos y preguntamos por una mesa, nos sentaron ahí mismo a la entrada y a continuación pusieron el cartel de "Fechado", es decir, cerrado.
Mucha suerte tuvimos, porque a continuación llegaron grupos de gente pidiendo sitio, pero ya no les dieron mesa.Yo me pedí el "Bacalhau Assado", que era una especialidad de la casa y Rhea se pidió "Arroz Tamboril", que es lo que se ve en la imagen.
No tengo palabras para describir lo bueno que estaba, acertamos con el sitio y la comida. De aquí nos fuimos con la idea de comer un helado en el otro lado del río, en la zona de Gaia, pero claro, Rhea iba con el helado en la cabeza y cuando pasamos al lado del primer sitio con helados, zasca!!! se comió uno.
De aquí pasamos por el puente de Luis I al otro lado mientras veíamos otra vez a los tontos estos lanzarse desde la valla, pero eso si, aprovechaban el paso de los buses turísticos de dos pisos para pedir dinero por ello, vaya geta!!!
Recorrimos el margen del río por todos los puestecitos del mercado que tenían montado y claro, nosotros pensamos que por ser domingo tal vez eso estaba ahí siempre, hasta que de repente, mientras mirabamos imanes, a lo lejos en el río aparecieron muchos barcos de vela.
Dimos la vuelta y la idea era la de subir las escaleras junto al puente de Luis I hasta la parte superior donde se encuentra el Jardim do Morro. La subida parecía más complicada y largo, pero como la cuesta era de un porcentaje impresionante, llegamos muy rápido.
Allí nos cebamos a hacer fotos y videos, mientras disfrutábamos de un césped impresionante sin casi gente. Después de un buen rato tumbados, nos movimos a una zona más alta donde hay un mirador llamado Miradouro da Serra do Pilar, donde yo quería hacer un timelapse de la ciudad.
Cuando Rhea ya no pudo más bajamos y tomamos la salida del puente por la parte de arriba claro, en dirección a una posible cena, digo posible porque no estaba decidida todavía, y eso que teníamos un sitio reservado del día anterior.
A mi me daba mucha pereza volver a comer carne o pescado y le pedí a Rhea que cambiásemos un poco el menú, a pizza :) .... Ella dijo que también le apetecía algo diferente y que le valía una pizza, con lo que empezó la búsqueda instagrameision. El destino elegido fue la pizzeria Presto, por la misma zona que nos lleva al hotel directos.
Al llegar sólo había un par de mesas ocupadas, pero fue sentarnos y empezar a entrar gente hasta el punto de hacerse una cola de unas 10 personas fuera. Menos mal que íbamos con horario guiri y la hora de España que sino, a esperar otra vez.
De esto no hay documento gráfico, así que me vais a tener que creer cuando digo que las pizzas estaban de muerte. Con una masa fina que se rompía al cogerla, y encima delante pedimos pan con ajo y mantequilla, como buenos gordos, jeje.
De aquí directos al hotel donde nos encontramos la segunda anécdota del sitio. Nada más entrar, Rhea se va al baño y yo giro hacia las maletas, cuando de repente, yeeeepaaaaa.
Aquí parece pequeña pero os aseguro que era un buen bicho de unos 3 o 4cm. Ya se puede uno imaginar la cara de Rhea al decírselo. Ya no podía dormir, jajaja. Me tocó a mí por supuesto coger un papel y un vaso y lanzarla por el retrete. A continuación ella tiró de la cadena unas 200 o 500 veces :D :P
Lunes 11
El día de la Diada y del decimosexto aniversario del 11S ( de lo que nos dimos cuenta luego), nos levantamos casi sin cosas que ver ya, y es que en 2 días nos habíamos metido una panzada a caminar de impresión.
Estábamos sin ideas y sin ganas de pensar dónde poder desayunar, y eso que aún nos quedaban dos sitios a los que ir a comer rico. Así que sin mas, nos fuimos al mismo que el día anterior, es decir, Chicana. El día amaneció con nubes y un chirimiri que nos caló bastante hasta llegar al metro y después hasta el sitio este, pero por suerte, mientras estábamos dentro paró.
Ahora ya no nos centramos en comer cosas secundarias, fuimos a por lo bueno, es decir, el croissant y las tostas que hacen allí de pan grueso. Al acabar con todo ello, es decir, 5 minutos más tarde y con 5.5€ menos en el bolsillo, pusimos rumbo a la Ribeira a por regalitos para la familia. Por el camino también cayeron 2 tabletas de chocolate que.... bueno, sin palabras (porque lo probamos en el avión antes de llegar a Barcelona).
Además de esto, nos cruzamos con los 2 sitios a los que queríamos ir sin falta antes de marcharnos para comer. Pero por supuesto, en el día de hoy no podía faltar la visita a la librería más famosa de todo Oporto por lo que se cuenta de ella, y es que se dice que J.K. Rowling se inspiró en ella para escribir Harry Potter y sacar varios de los escenarios que en los libros utilizó más adelante.
Cuando llegamosa la Livraria Lello había una cola enorme y casi nos da un chungo. Yo me puse a indagar, y después de 10 minutos en la cola me di cuenta que teníamos que comprar unos tickets en una tienda que hacía esquina unos metros más arriba, que apenas tenía relación con la primera. Estuve unos 10 minutos haciendo cola junto a una chica que solo escribía nombres en un papel a la gente y comprobaba por el walki-talki algo. |
Tras llegar mi turno, me dijo que no era ella la que los vendía, sino que era su compañera que estaba unas escaleras más abajo, que ella sólo preparaba a los que habían comprado la entrada online. Pues nada, media vuelta y a comprar en la otra cola. Fueron 4€/each deducibles de la compra de cualquier libro, pero claro, literatura portuguesa 90%, casi imposible.
La librería era una pasada, de tipo película como dicen de Harry Potter. Muy pequeña y con dos plantas por las que desfilaban incesantes decenas de turistas intentando obtener la imagen perfecta junto a las escaleras centrales.
Era un no parar de entrar y salir gente de la misma y claro está, de comprar libros. Había de todo, fans de J.K. Rowling o simples turistas como nosotros ávidos de fotos creativas y coloristas. Sobre todo turistas perdidos, que no sabían si había que comprar tickets, era gratis, dónde comprarlo, era un poco jaleo, la verdad.
Ahora si, pusimos definitivamente rumbo a la Ribeira. Un par de regalos más tarde, nos sentamos un rato a la orilla del río a descansar mientras pasaban y pasaban los barquitos. En una de esas pasa uno que quiso atracar justo delante de nosotros y de repente uno de los del barco me grita algo así como - "puedes amarrar la cuerda ahí" - y yo claro, que me pilló de sopetón, intenté cogerla varias veces pero el hombre que la lanzaba mal y yo que no es lo mío, pues nada.
Al final llegó un trabajador del puerto y les ayudó, eso si, no sin antes dar el capitán con la cuerda a una de las turistas que se estaba haciendo un selfie en la cabeza, jajaj. Sin más espera pusimos de nuevo rumbo hacía arriba para comer en el Café Santiago uno de los platos más típicos de la ciudad, la francesinha.
Decidimos no comer postre ahí para poder tomarlo en el Café Majestic que está justo al lado (1.50pm). Al movernos a este sitio vimos que había una cola demasiado grande para entrar a comer y pasamos, nos fuimos de nuevo dando un paseo al Jardim do Morro a descansar, hacer tiempo para la digestión y tomar algo el sol (algunos demasiado , jeje).
Tras una hora y algo volvimos al Café Majestic en un segundo intento de sentarnos a comer algún postre, pero seguía habiendo la misma cola. Nos quedamos esperando y en custión de 20 minutos entramos.
El sitio era una auténtica gozada, muy del estilo colonial, con asientos de madera antigua, muchos espejos, mesas antiguas, no sé como describirlo, hay que ir a verlo y sentir el encanto que tiene. Por supuesto tenían unos 20 camareros trabajando sin parar.
Nosotros tranquilamente nos pedimos un par de Colas Zero y un par de pasteles de nata típicos de allí, porque ya sabíamos que nos íban a clavar por cualquier cosa, jeje. Al final fueron unos15€ creo por solo eso. Hicimos bien en cambiar el plan de desayunar aquí y dejarlo de sobremesa, porque sino habríamos pagado 20€ cada uno.
Ya no quedaba tiempo para más, nos fuimos caminando al hotel y desde allí cogimos un Uber directos al aeropuerto. Nos salió por unos 14€ y llegamos en nada, pese al tráfico de la hora punta. Los conductores-Uber de Oporto la verdad que son bastante buenos, y como hay pocos, cada uno tiene mas de 2000 viajes dados con buenas referencias, con lo que dan confianza
Hasta aquí el viaje, vuelo sin problemas (metiendo maleta en bodega claro) pero en hora que es lo que cuenta. Corriendo al tren de la T2 para llegar a Barna, metro y FGC a casa, una odisea que ha merecido mucho la pena.
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