Sunday, December 4, 2016

Paris 2016 - Parte II - Domingo

El día se presentaba frío, muy frío. Yo ya ni me acordaba del frío que hacía tan arriba en Europa en estos meses de año.

Es cierto que íbamos preparados, con guantes, bufandas, gorros y cazadoras de invierno, pero con un 95% de humedad, poco se puede hacer, vas a pasar frío y lo sabes.

Llegó la hora de desayunar y teníamos un sitio cerca del hotel para probar, y para allá que nos dirigimos. Eran como unos 15 minutos andando y tiramos del móvil de Rhea para ubicarnos, porque nuestro mapa era algo deficiente.

Fue curioso el ver que las calles estaban completamente vacías, sin gente, y es que siendo domingo y a las 9am, era normal, pero nos parecía demasiado raro que todo estuviera cerrado. Al llegar al sitio, llamado Du Pain et des Idees, nos dimos cuenta de que efectivamente estaba cerrado, jajaja. Primera en la frente y con un hambre de la leche. Así que nada, nos dimos la vuelta y nos dirigimos a la Plaza de la República, que la acabábamos de pasar a pie.

Allí nos encontramos con un bar abierto que ofrecían desayunos, o como lo llaman ellos "Le petit déjeuner" por un precio razonable para ser Francia :) Estaba bastante bien, decorado con temas de la república, por supuesto, se llamaba Le café Pierre, y voilá:


Los desayunos en París son de un calibre bastante exagerado, jeje.. como se puede ver, uno normal incluye chocolate o café, zumo de brick, croissants, tostadas que encima cortan alrevés del mundo, y yogures natureles..

Al acabar nos fuimos a ver la Plaza de la República que estaba justo al lado y en lugar de subir al metro directamente, decidimos caminar por la calle del Boulevard du Temple hacia abajo, pasando por la Plaza de la Bastille (que estaba en obras) y siguiendo siguiendo llegamos finalmente al primer punto marcado en nuestra agenda, Les jardines des plantes.

Como se puede ver, es un paseo de unos 3km que nos vino bien para bajar el desayuno copioso, pero que con el frío que hacía no sé si nos compensó mucho, jejeje.

El caso es que ya estábamos en el anillo central de Paris y nos pusimos a caminar por estos jardines, que estaban abiertos y llenos de plantas de todo tipo. Lo raro fue ver a muchísmima gente corriendo por ellos, con el frío que cascaba el día.

Nos fuimos hasta el extremo más al oeste del parque y al salir nos fuimos directos a la mezquita que hay justo ahí. Nos cobraron 3€ a cada uno por entrar y la verdad que era bonita pero no lo consideraría un sitio para visitar de París, y mucho menos si ya has estado en Estambul. Es ese caso, esta mezquita, que encima estaba en obras por todas partes, te va a parecer una iglesia de pueblo.

Nos dimos una vuelta por dentro, hicimos algunas fotos y seguimos nuestro camino hacia una calle que nos habían recomendado, donde había muchas tiendas, chocolaterías, boulangeries, queserías, incluso una tienda de productos españoles, etcétera.

La calle se llama Rue Mouffetard y es una pasada. Digamos que tiene dos ambientes, por el día son todo desayunos, dulces, quesos, y cosas de comer, es decir, había sitios donde las colas de gente salían por toda la calle, y fue una pena porque veníamos de desayunar y no nos apetecía nada (cuando digo nos, me refiero a mi, porque Rhea tenía siempre hambre, jeje). Por la noche se transformaba en una zona de restaurantes y bares donde la gente iba a pasar la tarde, la verdad que estaba genial.

De ahí, seguimos hacia el norte por la misma calle, giramos en la Rue de Blainville y a la derecha por la Rue de Clotilde hasta darnos de frente con el Panteón.
Aquí vimos por primera vez la Tour Eiffel de día y la verdad que es una pasada.

También nos llevamos una sorpresa muy agradable al intentar entrar al Pantheon. Resulta que los primeros findes de cada mes, los museos son gratuitos, así que entramos tranquilamente sin pagar un solo duro, nos dimos una vuelta por el interior y por la crypta que había justo debajo y automáticamente replanteamos nuestro día para poder acceder a cuantos más museos pudiéramos.
La verdad que el panteón era una pasada, de estilo romano, con una decoración interior que era una pasada, un reloj basado en un péndulo justo debajo de la cúpula central y una estátua de soldados al fondo, en el altar como homanaje a los caídos en guerras. Reloj utilizado en su momento para demostrar la rotación de la tierra :)


Resulta que este panteón se creo originalmente como homenaje a Santa Genoveva, pero al final ha servido de descanso a muchos personajes de la historia francesa como Víctor Hugo, Marie Curie y muchos otros.

Tras una hora aproximadamente dentro del panteón, nos dirigimos por la Rue de Soufflot hacia el oeste. Aquí pasó una cosa que no sé cómo definir, fruto de nuestra caraja infinita. Íbamos caminando y no me dí cuenta al pasar al lado de un pobre vagabundo, que tenía un vaso trasparente con monedas que la gente le había echado, y voy yo y le metí una patada de cuidado y aleee todas las monedas a tomar por c**o!!! pobre hombre... bueno como anécdota ahí quedará en mi conciencia :)

Pasamos junto a los jardines de Luxemburgo, que era otro punto de interés del viaje, pero como estaba al aire libre, decidimo dejarlo para más adelante y centrarnos en museos, así que seguimos subiendo por el Boulevard de Sant.Mitchel hacia Notre-Dame.

Como se nos hacía un poco tarde ya y nos entró el hambre, la opción inicial fue no acercarse mucho a Notre-Dame para evitar sablazos en la comida, pero tras pasear por ciertas calles a todo a 14.50€, nos acabamos metiendo en un sitio llamado O Comptoir. La verdad que resultó ser caro y encima pagamos la novatada de pedir agua de botella (5€). Terminamos compartiendo un plato que se suponía era de carnes variadas, pero que no era como me esperaba, la verdad. Estaba bueno eso sí, pero nos quedamos con un pelín de hambre.

La verdad que no pensaba que fuese tan impresionante pero esta catedral tiene algo especial. Ha sido parte de muchas películas y lo merece.

Eso si, la cola llegaba a 100m de la entrada, pero sorprendentemente entramos en menos de 5 minutos, la cola avanzaba muy rápido, y cuando entramos nos dimos cuenta de por qué.

El tema era que por dentro está muy bonita, pero lo importante y lo que toda la gente buscaba era subirse a las torres para ver la ciudad desde arriba, y esto ya era otro cantar.

La cola daba la vuelta a la catedral y había decenas de personas esperando, en la sombra además. Tras un rato esperando y apunto de abandonar la idea, decidimos comprar algunos dulces en una chocolatería de al lado, jejej para aguantar el frío.

Nos dijeron que aproximadamente cada 15 minutos subían 30 personas, y calculando nos dimos cuenta de que nos quedaban otros 45 minutos, pero claro, la cola ya había avanzado y te da la sensación de que va a ser rápido, pero no... Se me congelaron los pies de tanto esperar, pero las crepes que compró Rhea me levantaron un poco el ánimo :)

Fueron 300 escalones de caracol, y es que allí todo va igual, pero mereció la pena cada uno de ellos para ver las vistas. Las torres aunque no se aprecie, están recubiertas de unas barras metálicas, cubiertas a su vez por una red para evitar que la gente haga estupideces. Tuvimos que ingeniárnoslas para que las fotos salieran bien, y como resultado vemos cosas como estas:


Era una pasada, y lo que no sabíamos es que una vez dentro, pasas por debajo de una torre a la otra, donde hay otra cola para subir a la parte superior del todo. Pero en este caso, como solo hay una escalera de caracol, tuvimos que esperar a que bajasen los de arriba para proseguir nosotros.

No estuvimos mucho, porque además del frío que hacía, queríamos ver La Sainte Chapelle que estaba justo delante en la misma isla, y se empezaba a hacer de noche, pese a ser las 4.30pm solo.

Al llegar a la capilla, vimos una cola muy grande para entrar, pero no a la capilla en sí que ya estaba cerrada (una pena), sino para acceder a la Conciergerie que estaba justo al lado. La verdad que pasamos bastante de la conserjería, porque primero, no habíamos oído hablar de ella, y porque vimos desde fuera que igual no merecía mucho la pena, así que la apuntamos al final de nuestra lista y continuamos al norte de la isla, cruzando el Pont du Change hacia otro sitio de goffres que teníamos apuntado.
Pont du Change. Conciergerie à gouche.

Nos costó encontrarlo, porque sabíamos que estaba junto al centro comercial de BHV le Marais, pero era de noche y encima este sitio estaba escondido en una especie de callejón techado. El resultado de esto fue un gofre de chocolate que nos dió más hambre jajaj

Parece que llena pero realmente no, no lo hace, por eso decía que nos entró más hambre comiendo esto. Son caros, unos 5€ cada uno, pero bueno, estábamos de vacaciones. Al acabar (10 segundos nos duró) nos metimos a la galería de BHV para sacudir un poco el frío que teníamos encima de esperar tanto tiempo para subir a Notre-Dame.

Había un Starbucks y la verdad que nos tentó mucho, pero el hambre era mayor que la sed, así que después de ir al baño y calentarnos un poquito, empezamos a movernos hacia el oeste por la Rue de Rivoli, giramos en el Louvre, el cual estuvimos viendo durante la noche, es decir, como si no hubieramos estado ahí y al llegar al final del museo, giramos hacia la derecha y nos montamos en el metro línea 7 dirección sur. Se nos encendió la bombilla y decidimos ir a cenar a la misma calle que fuimos por la mañana, es decir, Mouffetard.

Bajamos directos en la Place Monge y fuimos hacia la calle Mouffetard. Caminamos arriba y abajo de la calle y como era de esperar, todos los locales de dulces y demás estaban cerrados y habían abierto los restaurantes y bares. Nos llamó la atención uno que nos dijo el dueño era familiar y de comida casera, y tras pensarlo un poquito nos metimos y a cenar. Se llamaba La vieux Bistrot

Yo comí una sopa de cebolla y queso, Rhea una ensalada de 5 quesos franceses muy ricos con foi y mermelada de higo
, y de segundo me pedí una carne que creo era de ternera muy rica que compartí con ella. Yo pensaba que el foi no me iba a gustar pero la verdad que la mermelada le daba un toque impresionante. De postre nos pedimos una crème brulée, típica francesa, aunque es muy parecida a la crema catalana.  Al final salimos a unos 18€ por cabeza pero totalmente merecido.

La jornada había llegado a su fín y la verdad que no estábamos ya para muchos más trotes, así que regresamos al hotel y a descansar que el día siguiente también pintaba iba a ser calentito.

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