Thursday, April 27, 2017

Jueves 27 - Buscando a Nemo

Este era uno de los días más esperados por algunos, especialmente Mol, que llevaba dando la joda con bucear desde el principio del viaje.

Yo me desperté a las 7am para ir al baño mientras Rhea dormía plácidamente, y por eso me extrañó que al intentar entrar al baño, no pudiera por estar bloqueda la puerta. Estaba puesto el cerrojo desde dentro, pero dentro no había nadie, jajaja, empezaba bien el día, y yo meándome :P

Avisamos enseguida a unos de los chicos del hotel que ya estaba por allí, y pronto tuvo que pedir más refuerzos. Se juntaron allí hasta 3 chicos con destornilladores, martillos y de todo, y no eran capaces de desmontar el pomo de la puerta. Yo ya creía que tendríamos que reventar la puerta para entrar, pero como ellos son pequeños, lo intentaron rompiendo la ventana del baño (que era una rendija en la pared básicamente). No sé cómo leches se metió uno por ahí sin matarse, porque la ventana (o el hueco) estaba por encima de mi cabeza...increíble.
Mientras tanto, Rhea y yo nos pusimos a desayunar, porque la verdad no podíamos hacer absolutamente nada mas que mirar cómo ellos entraban y salían con más y más herramientas.

Este era el desayuno habitual, pancakes de plátano y sirope de algo dulce, acompañado de batidos de unas cuantas frutas que tenían ellos, sobre todo, piña y plátano.

También podías optar por un Nasi Goreng, pero para desayunar yo tiene que ser dulce, sino no lo trago. La pensa era que te quedabas con hambre porque era muy poco. El que más suerte tuvo Rubén, que como estaba pagando una doble, tenía doble desayuno también.
A las 9am se levantó el resto y se pusieron a desayunar tranquilamente, sabiendo que hasta las 10.30 no salía el barco para ir a bucear. 40 minutos más tarde, con el baño ya abierto pero la manilla reventada, nos acabamos de preparar y nos fuimos a la playa en bicicleta. Las dejamos todas candadas allí mismo y nos dirigimos a una caseta donde nos guió el propio chico del hotel.

En esta caseta, el chico le decía al de recepción cuántos éramos y de qué hotel, y nos daban un papel para la comida (que habíamos optado por pagar incluida en el viaje) y otro para el viaje en sí. Cuando nos lo dieron, nos dimos la vuelta y había otro chico repartiendo gafas de snorkel, aletas y chalecos salvavidas. Para mi, por supuesto, no había número y me tuve que esperar un buen rato a que trajeran un par de 46 (para los locales esto era como llevar un 150 jejej), que además cuando llegó, no te creas que me quedaba muy sobrado.
Sobre la hora oficial salimos de la orilla hacia la primera parada en un barco como el que se ve en la foto, con tres huecos en el suelo cerrados con metacrilato para poder ver el fondo. Nosotros llevábamos pastillas para el mareo por si acaso, porque una cosa es una lancha rápida, y otra cosa es que te dejen en un barco en medio del mar con el oleaje. En principio no las tomamos.

El primer destino fue la zona sur de la isla de Gili Meno, a la que llegamos en apenas 25 minutos de recorrido. Allí nos dijeron que nos tirásemos, que teníamos aproximadamente unos 40 minutos de tiempo para hacer lo que quisiéramos. La zona estaba en al borde entre una loma a unos 5 metros, y una caida enorme donde se perdía la luz, que era por donde crecían los corales y los peces se movían.
Nosotros estábamos bastante a nuestra bola haciedno fotos y videos con la GoPro, y apenas me enteré de lo que hizo el resto. El único Mol que se fue bastante lejos de la gente, y la verdad que acertó, porque la gente que no tiene ni p**a idea de nadar, te la lía dándote patadas por todas partes.

En esta zona se veían miles y miles de peces de colores, de diferentes tamaños y la verdad que estaba muy chulo, pero no me impresionó demasiado.

A mi esta primera parada me sirvió para hacerme un poco más al uso de la máscara, porque no se respira igual que con gafas, cuesta algo más aunque es más cómoda. Como se vé, yo me tiré con la camiseta negra ya, porque aunque el día estaba nublado, estar 40 minutos en el agua con la espalda al aire te quema que flipas. Rhea iba a lo valiente y no se quemó tampoco.

Tras un buen rato, nos avisan que tenemos que irnos, y Mol como estaba a tomar por el ***o fue el último en subir al barco. Ahí fue cuando me di cuenta que a Piwi le había petado la cabeza. Yo pensaba que era por el barco en sí, pero me dijo que no, que se empezó a marear cuando se tiró al agua, al haber tanto oleaje. Yo la verdad que ni lo sentí, como estaba ocupado grabando peces, se me pasó el tiempo volando.

El siguiente destino era la zona sur de la tercera isla, Gili Air. Esta vez, los del barco hicieron la del turista, es decir, se llevaron pan en rebanadas y lo iban tirando al agua para que vinieran todos los peces.
Aquí se puede ver cómo los peces luchaban por el trozo de pan que les había tirado Joana. Nosotros mientras tanto nadando a escasos centímetros de ellos, pero sin inmutarse estaban. La verdad que es una chulada, es como estar dentro de un acuario gigante rodeado de naturaleza salvaje.
Alguno como este se atrevió incluso a pasar por debajo del barco mientras nadaba entre cientos de peces. Yo lo quise intentar, pero con la máscara era jodido porque cuando te sumergías un poco más de la cuenta, aparte de cerrarse el conducto del aire como es lógico, la presión en la cara aumentaba tanto, que me daba cosa quedarma a mitad de recorrido.

Al acabar aquí, nos volvimos todos al barco, y creo que esta vez fui yo el último o casi el último en subirme al barco. Eran como las 12pm y era la hora de ir a comer a Gili Air, donde nos esperaba algo de comida preparada que, como dije antes, ya estaba incluida. Llegamos a puerto enseguida, unos 15 minutos y atracamos junto a la orilla. En este casi si que había una especie de embarcadero de sacos de arena y cemento.

Al bajar nos guiaron por unas callejuelas hasta llegar a un restaurante hecho íntegramente de bambú, y nos dijeron que ahí nos darían de comer. La isla era la más pequeña de las tres y la menos poblada. De hecho en dar la vuelta se tardaba igual 30 minutos andando, aunque ahora el problema era el calorazo que hacía. Nos dijeron que teníamos una hora para comer y nos fuimos sin esperar a nadie, porque el tiempo vuela, y si llegabas tarde, te servían más tarde y no llegabas a tiempo. Los que no tenían comida, tuvieron que buscarse la vida por la isla, y estoy seguro que al final les salió más caro que a nosotros.

La oferta no era muy variada de lo que habíamos visto hasta la fecha, así que nos tiramos a por el Nasi Goreng y Mie Goreng. Todo esto acompañado de su zumito y mucha, mucha agua.

Los baños de este lugar, pensando que los de las islas grandes eran precarios, no podían ser mejores, y efectivamente las puertas no eran puerta siquiera, eran maderas atravesadas. No había lavabo para las manos, etcétera..plena naturaleza 100%.

Tras un buen descanso a la sombra, una buena capa de bronceador y mucha agua, nos pusimos en marcha de vuelta al barco. No tardamos mucho, pero si que hubo gente que nos hizo esperar de narices. Una porque se dejó no se qué en el restaurante, otros porque se fueron al quinto pino a comer y tardaron en volver, y bueno, otros tantos se quedaron en esa isla directamente, no volvieron al barco,

La tercera parada era la mas chula, la visita a las tortugas. Era la 13.30 y de momento, el día nos había respetado bastante, y aunque había sol y nubes, no tuvimos que lamentar ningún imprevisto. La verdad que sin sol no habría sido lo mismo, porque a una determinada profundidad ya no se vería nada. Esta zona estaba ubicada más o menos al norte de Gili Meno por la cara este.

Tardamos "0," en lanzarnos al agua, y nada mas tirarse la gente ya empezó a comentar que veía tortugas en el fondo, a una profundidad de unos 10 metros. A los mortales eso nos suponía tener que quedarnos arriba y esperar a que se movieran o subieran a la superficie. Para los locales que venían en el barco, era tan fácil como sumergirse y en 10 segundos ya estaban abajo junto a la tortuga, impresionante. Yo probé a sumergirme unos metros y me explotaba la cabeza de la presión, no sé cómo eran capaces de hacerlo con tanta facilidad.

Lo peor de este momento fue lidiar con una gran cantidad de subnormales (turistas como nosotros) que no hacían otra cosa que dar patadas a diestro y siniestro con las aletas. Hubo un instante en que una tortuga decidió subir a respirar (tal vez por la insistencia de los locales que bajaban a molestarlas), y se montó un revuelo de gente alrededor de ella que hizo fuera imposible acercarse. Rhea que estaba junto a ella tuvo mejor ángulo y le pasé la GoPro para que la grabase. Este fue el resultado.

Al final con tanta gente y tanto borrego turista, Rhea se llevó una patada en la cara de un subnormal, porque la gente no sólo no sabe comportarse en grupo, sino que encima no sabe nadar, y en lugar de nadar dejando los pies bajos, para mantenerse a flote, la gente nadaba completamente en horizontal, con lo que cada vez que alguien quería nadar cerca, se llevaba una patada en la cara.. P*t*s imbéciles!!!

No hubo más novedades en esta zona, una par más de tortugas por el fondo moviéndose, muchos peces alrededor aprovechando el movimiento de las propias tortugas. Tras un buen rato grabando con la cámara, nos dieron la voz para regresar al barco. De ahí, directos al puerto donde llegamos sobre las 15.20. Unos con hambre decidieron quedarse a comer una sopa en un puesto callejero, los demás nos fuimos a la playa de al lado a aprovechar lo que quedaba de tarde.

Tras un rato corto en la playa, empezamos a ver cómo se forma una tormenta desde Lombok, que se movía hacia nuestra isla. Todas las tardes pasaba lo mismo, solo que esta vez venía más negra y más rápida. En primer lugar no le dimos importancia, pero de repente desapareció Lombok en el horizonte y la isla de Gili Air desaparecía también por segundos. Ese era el momento de empezar a correr. No daba ya tiempo a coger las bicicletas y volver al hotel, así que nos refugiamos en un bar cercano.

Tras aproximadamente 30 minutos sin parar de caer agua y más agua, paró un poco y decidimos aprovechar para salir hacia donde habíamos dejado las bicicletas por la mañana. De ahí nos fuimos al hotel entre charcos enormes y barro por todas las calles de la isla. Como ya estábamos llenos de agua, al llegar al hotel, ya sin lluvia, nos tiramos a la piscina durante un buen rato. Después nos fuimos a duchar y a dormir algo para quedar a cenar sobre las 19h.

A esa hora nos vamos caminando al centro, y la verdad que tuvimos que hacer malabarismos para no caer en algún charco, aunque más que charcos eras piscinas olímpicas, no me fastidies...!! Pero bueno, al llegar al centro neurálgico de la isla, es decir, la playa, Mol y Joana decidieron repetir en el mercado de pescado, pero a los demás nos picaba ya la carne, porque estábamos de pescado un poco hartos, más que nada porque en ese sitio no estaba mal el género, pero no lo preparaban bien del todo. Por eso, el resto nos fuimos al llamado Dream Divers Burger Club, donde servían unas de las hamburguesas más ricas de toda la isla, por no decir la mejor.


Este es el resultado de nuestro pedido, es decir, el estado inicial de las MegaBurguers (108k IDR), porque tras 10 minutos no quedaba ni la salsa en el plato. No comimos, devoramos la comida casi sin respirar, Dios, qué hambre teníamos de una buena carne!!! Habíamos quedado en volver al mismo bar de la noche anterior como punto de referencia, y nos movimos nosotros primero porque acabamos tan rápido, que no creo que les hubiéramos dado tiempo a la parejita a elegir su pescado.

Dado que era pronto, decidimos ir con Piwi a una boulangerie que encontramos en la playa durante la tarde, porque nos había dicho que le encantaban los Donuts, y que daría lo que fuera por uno. Allí tenían de todo, así que fuimos a hacer algo de tiempo. A la vuelta, ya aparecieron Mol y Joana recién cenaditos, pero además, venían acompañados de una chica Croata que se habían encontrado viajando sola por ahí. Nos presentamos y decidimos ir a un bar de Reggie que había en la isla, llamado Sama-Sama.

No estaba mal, la música estaba bien, típica música de Bob Marley y alguno más, pero lenta. Yo me caía de sueño, y los demás no lo demostraban pero seguro que también. Aprovecharon para beber alguna cerveza (Piwi incluso para romperle a Mol una encima al hacer un brindis, jeje) y Rhea y yo decidimos plegar a las 21.50, casi 22. Había sido un día muy largo y ya no me apetecía estar ahí escuchando esa música, sinceramente.

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