Wednesday, April 19, 2017

Miércoles 19 - Yogyakarta y Borobudur temple

Este día nos levantamos realmente pronto, porque a las 7.30am nos recomendaron salir del hotel ya dirección al aeropuerto para evitar tráfico y complicaciones, porque pese a ser pronto y no haber tráfico, la entrada al aeropuerto es otra historia.

Cuando nos levantamos serían las 6.25am, y con la mochila prácticamente terminada, hicimos el checkout y salimos a la calle a esperar a un taxi, porque el Uber a esas horas iba a ser imposible. Además creo recordar, que a la entrada del complejo tenían una especie de pantalla táctil donde podías pedir un coche de estos Grab, pero no funcionaba porque no encontraba las terminales del aeropuerto, así que pasamos.

Rubén y Javi creo que si desayunaron algo, pero Rhea y yo íbamos a pelo, yo simplemente comí algo de bizcocho que compramos al día anterior. El viaje al aeropuerto fue bastante fluido y casi sin tráfico hasta llegar a los desvíos del aeropuerto, que es donde se empezaba a concentrar la mayor parte del tráfico rodado. En total 40 minutos, no está nada mal.

Pasamos los controles necesarios y entramos a una parte del aeropuerto lleno de cafeterías y restaurantes, típicos de allí claro está. Rhea encontró un sitio de Donuts que según ella, es muy típico y ya lo conocía. Compramos una caja con unos cuantos, porque te hacían descuento y claro, yo con el estómago chungo no tenía que haber comido pero comí. Al rato me tocó buscar un baño y siempre estaba ocupado y no pude.

Tras un rato esperando allí, decidimos pasar a la zona 2F como nos decían los monitores y resultó ser una subterminal dentro de la terminal para esperar al avión, pero llegamos con tanto tiempo que nos tocó esperar un buen rato en los asientos a que llegase nuestro avión, saliera la gente y luego ya volar. Allí sí que pude finalmente ir al baño, pero estaban limpiando, jajaja... mi historia con los baños en Jakarta fue terrible.

El vuelo fue de apenas 2 horas y llegamos sin complicaciones. El aeropuerto parecía el de León, porque era una ciudad pequeña. Bueno pequeña para ellos, porque tenía como 3 millones de habitantes. Nada más salir los taxistas ya empezaron a asaltarnos por todas partes y nos fuimos con el primero que nos ofreció un buen precio por llegar.

El recorrido era muy fácil, simplemente salir a la carretera general, línea recta 5-10 minutos y luego a la derecha. Nos dejó allí, hicimos el check-in y subimos a dejar las cosas con la idea de volver a bajar rápido e irnos en un taxi concertado al primer templo, el de Borobudur.


La habitación no estaba nada mal, planta 9 con vistas a toda la ciudad, piscina en el rooftop y además, al subir y bajar en el ascensor vimos el típico cartel de restaurante del hotel con unos precios baratísimos. Se nos encendió la bombilla y antes de salir decidimos quedarnos a comer ahí mismo, en un sitio bastante chulo la verdad. No tardaron mucho en servirnos pero sí que se notaba que era un pueblo porque les faltaba algo de soltura con el turista.

La anécdota estúpida del día fue para Javi. Pedimos para comer 3 aguas frías y 1 cerveza para Rubén. Llegan 2 frías para Rhea y para mí, pero la de Javi llega del tiempo porque no quedaban más. Aún así le trae un vaso con hielos para compensar, pero Javi inmediatamente se lleva las manos a la cabeza, coge el vaso y casi lo tira en la mesa de al lado como si fuera el SIDA. Yo le digo que no sea idiota y lo beba que no pasa nada, a lo que recibo un no rotundo..pues nada..se dan la vuelta Rubén y él y ven que hay un frigorífico vertical típico de supermercado con bebidas y se van a meter sus bebidas allí... owned !! tenía candado.. Así que a joderse por cabezón..Tras acabar de comer, salimos al hall y vemos un recipiente grande como si fuera una garrafa de agua, pero con una especie de té dentro y batantes “hielos”, repito “hielos”. De repente veo a Javi de cabeza contra el recipiente diciendo - “¡¡de esto si que bebo yo!!”. ¿Es para reventarlo o no?

La verdad que la gente allí hablaba incluso menos inglés que en ninguna otra parte, y nos costó hacernos entender para pillar el taxi. El del hotel tuvo que andar traduciendo al conductor para explicarle que queríamos ir, que nos esperase y volver a la hora y media (o dos) de regreso al hotel. Finalmente conseguimos un precio razonable, 500.000 IDR (35€ entre 4).

Salimos finalmente del hotel hacia la izquierda, y apenas 10 minutos después de salir, el taxista se detiene (por cierto, taxi rosa :P ) y vuelve a los 5 minutos diciendo en un inglés muy roto - “lo siento, se lo prometí a mi amigo, id con él a su coche, él os lleva, lo siento mi italiano es malo” - nosotros no salíamos de nuestro asombro. Bueno, pues nada, cambio de coche y de ahí ya directos al templo, rodeados de miles de motos como estas que vemos en la foto (la foto está tomada a 30ºC de temperatura).



Al minuto empezó a llover un poco y paraba, llovía y paraba. Como nosotros no podíamos hacer nada, pues para adelante. Nos quedamos medio dormidos durante la mitad del recorrido y casi que mejor, porque los adelantamientos que íbamos haciendo, motos de frente, niños por la carretera, perros, una auténtica locura de sitio. Acertamos en dejar que nos llevasen.

Tras casi hora y media de tráfico, llegamos al sitio y empezó a chispear. El taxista dijo que nos esperaba en el parking y nosotros entramos, no sin antes alquilar un paraguas al hombre de la entrada por 20K para Rhea y para mi. Rubén y Javi decidieron ir de valientes sin él.

Compramos la entrada conjunta para los 2 templos ya (Borobudur y Prambanan), porque salía más barata que de forma individual, y como pensábamos ir al día siguiente al otro, pues perfecto. Pasamos el arco de seguridad de pega (como siempre), nos ofrecen algo de beber gratis y accedemos al recinto, donde comienza a llover con más fuerza.

El recinto era bastante grande como se ve en esta imagen, pero nosotros fuimos directos a por el templo al fondo a la izquierda y ahora sí que empezaba a caer algo de agua. Los dos valientes seguían empapados de agua, pero hacían ver que les daba igual y seguían a su bola haciendo fotos. Rhea y yo incluso decidimos coger un paraguas más porque uno no era bastante.

Al final del pasillo de la izquierda se llegaba a unas escaleras de piedra, mientras ya se divisaba el templo claramente al fondo. Cuando llegamos a la base del templo, vimos bastante gente ya con los paraguas rulando por el templo, y a la izquierda una especie de toldo blanco con algo de gente debajo, y sin pensarlo dos veces fuimos de cabeza para no mojarnos mucho.

ANTES DESPUÉS

Fue la mejor decisión que podíamos haber tomado, porque el día se nubló de repente y empezó a caer agua como que no hubiera mañana. Los caminos tornaron en lagos, la calzada de piedra no daba abasto con el agua y se formaban charcos enormes. El toldo se empezó a llenar de gente y así durante una hora sin parar de caer agua. Parecía que nos había mirado un tuerto!!!.

El templo cerraba sobre las 5pm y eran las 4.10pm. Hizo varios amagos de parar y de repente empezaba a jarrear de nuevo y yo le comenté a Rhea que no había elección, si en 10 minutos no paraba algo, saldríamos con el paraguas y listo. Y como no paró, pues adelante con la maquinaria. Ella y yo teníamos chanclas mientras los dos Manolos llevaban calcetín y zapatillas, al loro con estos dos lumbreras !!! jajaja

Sin más miramientos, comenzamos a subir y a hacer fotos y videos del sitio. Estaba muy chulo y era una pena que lloviese, porque lo que se veía alrededor era una pasada de jungla, todo verde y con árboles, increíble, de película. Mejor eso que nada, y por lo menos habíamos sido capaces de subir, verlo, hacer fotos como esta:


Bajamos a la media hora de reloj porque ya por megafonía empezaban a decir algo, seguramente que cerraban. Salimos directos y si nosotros pensábamos que arriba en el templo había agua, abajo te quedas loco. Había bajado todo como si fuera un río, y junto al cartel del templo había piscinas de agua, literalmente.

Descansamos un poco en la caseta de la entrada, porque la mojada que llevábamos de cintura para abajo era guapa. Algunos lugareños nos pidieron fotos, como en Jakarta y sin más salimos por los arcos de seguridad otra vez. Lo raro del momento fue que la entrada del parking ya tenía unas vallas metálicas y no éramos capaces de salir, jajaj, tuvimos que andar saltándola con los paraguas en mano. Rhea casi no podía, jajaj, me tuve que reír, no era para menos.

Al otro lado de la valla, el dueño de los paraguas esperando por ellos, pero eso si, el hombre nos acompañó amablemente al coche para no mojarnos, buen tipo. Además te das cuenta que no tienen malicia ninguna cuando ves que Javi y Rubén estando debajo del toldo blanco y sin posibilidad de salir secos de ahí, le piden un paraguas y se los deja por 10K solo, cuando Rhea y yo pagamos el doble. La diferencia no es nada, pero es la idea de pensar que si fueran malos te podrían haber clavado 3 veces más el precio porque saben que lo pagarás sí o sí.

Nos subimos al taxi casi pidiendo perdón por la mojadura y nos pusimos en marcha otra vez. De regreso tardamos bastante más por el tráfico que había para entrar a la ciudad de Yogyakarta .Yo creo que las 2 horas no nos los quitó nadie. Fuimos directos a la ducha. Mi idea antes de salir por la mañana era la de volver y tirarnos un rato a la piscina del rooftop a descansar, pero con la lluvia fue imposible, una pena.

De camino con el taxi vimos en nuestra calle un japo que tenía muy buena pinta. El trato era que Rubén y yo íbamos a ir después de la ducha a un centro comercial cercano a preguntar por SD cards para mi GoPro y si veíamos algún otro sitio mejor allí, les avisaríamos a estos para ir a cenar allí.  Fuimos muy rápido, entramos incluso en una tienda de electrónica de nuestra calle antes, pero como no encontramos nada a un precio razonable, decidimos ir directos al japo.


Rubén y yo regresamos y esperamos a que Javi y Rhea bajasen de la habitación al hall. Fuimos a cenar y la verdad que era un pelín caro para ese país (17€ por cabeza), pero la cena nos supo a gloria y mereció mucho la pena. Era un sitio bastante pijín para la gente de allí, sobretodo viendo los establecimientos que regentaban a ambos lados de este llamado Shushi Tei, pero un break de Nasi Goreng era lo que pedía el cuerpo.

No quedaba tiempo para más ya, así que regresamos cada uno a nuestra habitación a dormir porque estábamos realmente cansados de todo el día de transporte, y sobretodo, porque al día siguiente tocaba volver a otro templo y moverse finalmente a Bali, donde nos reencontraríamos con los otros 3 fiesteros.

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