Saturday, April 15, 2017

Sábado 15 - Kuala Lumpur


Primer día que amanecíamos fuera de casa y ya era pronto, muy pronto. Sobre las 8 estábamos abajo desayunando para salir pitando a ver las Batu Caves al norte de la ciudad.

El desayuno dejó bastante que desear, porque en la parte asiática era abundante (arroces, carnes con salsa, huevos, etc) pero en la parte dulce que más me gusta solo había pan, mermelada y mantequilla, junto a una tostadora que daba miedo usar de lo mala que era. Esto sin contar que estaba Javi haciéndose como siempre 30 tostadas

Las 9 y media fue la hora elegida para salir del hotel con un Uber para llegar a las cuevas. Con tráfico y todo que ya había a esas horas, duramos aproximadamente unos 25 minutos y al final incluso tuvimos que bajar antes de llegar a la entrada del recinto por la cantidad de coches que teníamos delante. A lo largo del viaje, Mol de copiloto haciendo preguntas obvias al conductor y los demás descojonándonos de risa de él, jaja.

Esta figura, que ya se veía desde lo lejos, representaba la entrada a las escaleras que dan a las cuevas, como se ve al fondo de la imagen.

Mientras unos buscaban agua para refrescarse, nosotros nos hicimos unas fotos como esta. Otro incluso jugaban con un dron DJI por la zona (molaría haber tenido el mio también).

El comiendo de la subida como se ve, estaba en construcción. Las mujeres además estaban obligadas a subir con un pañuelo atado a la cintura por el que pagaron unos 5 MYR (1€) de alquiler. Las pobres se morían de calor con ello puesto, y es que la temperatura ambiente ya era de cerca de los 30ºC con una humedad terrible.
Empezamos a subir despacio, porque a Mol de repente le empezó a doler una rodilla sin sentido. Poco a poco y entre monos que había por allí buscando comida, nos íbamos haciendo fotos y descansando de la paliza de subida. Había dos escaleras para subir y dos para bajar, pero tocó ir esquivando gente porque bueno, los turistas son como son, a su ritmo.

Por la escalera nos cruzamos con gente bastante rara. Unos se hacían selfies con ladrillos que estaban amontonados afuera, y es que yo pensaba que estarían construyendo algo, pero qué va, eran ladrillos que se supone subes a la cima y representa algún tipo de plegaria o ritual. A mi me parece una estupidez como un campano de grande, Luego claro, había otro hombre bajándolos para que la gente los volviera a subir,,, lo dicho, una estupidez.

Al llegar arriba, el camino se dividía en 2, unos para acceder a la denominada Dark Cave y la otra a las normales.

Primero fuimos a las normales como se ve en la imagen, con una botella de agua en la mano comprada en un kiosko a la entrada, y esquivando las gotas que caían de las estalactitas del techo continuamente.

Esto también estaba con reparaciones por todos lados. Al fondo un templo para rezar y al subir esas escaleras del fondo, había otro templo pequeño para seguir rezando.

Nosotros fuimos al último, donde se encontraban la mayoría de los monos trepando por las paredes y bajando a buscar comida de los turistas. En este momento, sin nosotros entender por qué, apareció un niño con unos frutos secos y se los dió a Rhea para que diera de comer a uno de los monos. El resultado fue este:

La cacé de lleno, jejej.. Y la gente dándole más y más, así claro, estaban todo el día alrededor de los turistas.

El resto de gente se dedicaba a hacer fotos del templo, que tenía a la entrada varios pilotes con cocos quemados como ofrende, no sé, algo raro. Mientras Mol se hacía unas fotos con algunas estalactitas, los demás decidimos ir bajando porque hacía muchísimo calor para seguir allí y con la humedad había que ir poco a poco por las escaleras.

Volvimos al principio, pero antes de descender giramos a la derecha para entrar en las Darks Caves. Se llamaban así porque estaban repletas de murciélagos, y se notaba, vaya si se notaba. Había un olor nauseabundo y por ejemplo Joana tuvo que salirse porque no aguantaba.

Los demás seguimos hasta un mostrador a preguntar y resulta que solo se podía acceder en turnos de media hora, así que pasamos, aunque el olor fue más determinante que todo eso, era horrible.

Antes de bajar, nos pusimos a hacer alguna foto a la salida de la Dark Cave porque se veía todo el Skyline de la ciudad y porque Mol con su cámara nueva quería hacer cien fotos a todo cristo :)

Salimos de aquí y empezamos el descenso entre decenas de personas que seguían subiendo y bajando. La verdad que hicimos bien en ir pronto y salir de allí rápido porque no había mucho que ver quitando los murciélago que no vimos.

Al bajar, giramos a la derecha para salir por el otro acceso al recinto y aprovechamos unos para comprar fruta y quitar la sed, y otros como Mol para comprar una gorra para el sol.

Al salir del recinto, pedimos un Uber y estuvimos esperando como unos 5-10 minutos a que llegase. El siguiente punto de la ciudad era la KL Tower a ver toda la ciudad desde arriba.
Tardamos un rato en llegar, y es que como se ve en mi imagen desde arriba de las Batu Caves, estábamos lejos de narices. La verdad que el aire acondicionado del Uber se agradeció como la vida. Al llegar nos hicimos esta foto que se ve de recuerdo y girando justo por detrás y a unos 100m estaba la entrada a la torre.

Esta está dentro de una especie de parque de atracciones pequeño que tiene un mini-zoo, una jungla, y varias cosas más que nos dio igual no ver,

Al llegar a los mostradores de los tickets ya nos asaltó un hombre diciendo que cuántos éramos, que qué queríamos ver y hacer y que nos hacía descuento y no se qué. Al final nos rebajó un poco el precio de las entradas y nos las dejó a unos 95 MYR cada uno y nos dijo que nos regalaba entradas gratis para visitar la jungla dentro del parque.

Sin más dilación, accedimos por los tornos que te llevan a un arco de seguridad y de ahí al único ascensor que tenían trabajando. Parecía un montacargas y te llevaba directo a más de 400m de altura, a la planta 50 y pico.


Las vistas como se puede ver aquí, eran una pasada, se veía toda Kuala a 360º. La mayoría era selva, pero daba igual, era impresionante.

Pronto nos dimos cuenta de que casi no había gente. Podían ser como las 11 de la mañana y estaba medio vacío. Al poco nos dimos cuenta que el tema era que todo el mundo estaba haciendo cola para subirse a los metacrilatos suspendidos en el aire, fuera de la fachada del edificio.

Tuvimos que hacer una cola de mas de media hora para llegar a las cabinas y Joana estaba algo cagada con la idea de subirse. Nos tuvimos que descalzar para entrar, eso es por ley.

Como se puede ver, no es algo a lo que te subas todos los días, y menos cuando tienes algo de vértigo y estás a 400m de caída en vacío.

Por esto Joana decidió ir la primera, para quitárselo de delante cuanto antes, pero con las bromitas de Sergio y Javi, no pasó de ese reborde plateado que era parte de la pared del edificio.

Nosotros nos subimos y sin mirar abajo nos hicimos unas cuantas fotos, bueno, hasta que Javi nos dejó, porque no contento con las fotos que le habíamos hecho todos, decidió meterse por medio de las que estábamos haciendo los demás, vaya tela.

40 minutos esperando para 20 segundos por persona lanzando fotos con móviles, GoPro, etcétera. Justo después de esta repisa, estaba la cafetería de la torre a la que pudimos acceder, y aunque estaba vacía, no nos dejaron sentarnos porque estaba todo reservado, no lo entendí, pero bueno, nosotros seguimos hacia adelante y vimos el resto de la terraza por el otro lado hasta atravesar la otra repisa que había y salir por la misma puerta de entrada.

Al meternos en el ascensor, a Mol le dio por bajarse en la planta inferior que se suponía era otro mirador, pero este cerrado y llenos de tiendas de souvenirs y los típicos prismáticos de pago (esta vez gratis). Duramos 2 minutos, porque teníamos hambre y él se tenía que ir al aeropuerto a buscar a Piwi que llegaba a las 3 y pico.

Al bajar del todo, nuestra idea era la de salir de esa zona y buscar algo de comer, pero estábamos tan hambrientos y encima teníamos tickets para la jungla y no queríamos perderlos. Unos querían ver la jungla primero y otros comer, y como Mol se tenía que ir, para comer con él, al final comimos primero.

El sitio elegido fue un restaurante buffet que estaba a la misma salida de la torre. Parecía algo mejor que otros, pero no había mucho donde elegir, así que pedimos ahí, Nada del otro mundo, arroces y sopas. Lo único malo que los nombres de los platos no nos sonaban a nada conocido y Mol tuvo que pedir otra cosa porque su sopa sabía a rayos dijo.

Tras acabar de comer, Mol se piró al aeropuerto en Uber y nosotros, tras paso obligado por el baño, nos dispusimos a entrar en el jungla. Tuvimos que preguntar a varios seguratas pero estaba muy cerca, a unos 100m del restaurante calle abajo.

La "jungla" no era más que un parque enorme, sin seguridad de ningún tipo ( de ahí que los tickets fueran gratis).

Al entrar, vimos gente que venía sudando por la derecha, así que nosotros decidimos empezar el recorrido por la izquierda que había escaleras que bajaban.

Tras un rato bajando nos topamos con unas torres como las que se ven en la imagen, y nos tocó empezar a subir escaleras y atravesar puentes de estos.

Las vistas del jardín eran na pasada la verdad, pero el calor era insoportable y unas nubes muy grises amenazaban en el horizonte.

Dimos la vuelta completa al recorrido y aparecimos justo en la misma entrada del recinto. Nos refrescamos un poco en el baño que había al lado y nos decidimos a salir de ahí y coger un Uber de nuevo para hacer tiempo mientras estos 2 llegaban del aeropuerto.

Pedí un Uber y me llamó, como de costumbre, pero como no hablaba inglés, el propio conductor me colgó y me canceló el viaje. Pedimos otro y este si que vino, pero pasó de largo porque mi Uber se volvió loco y le dió una ubicación que no era.. al final nos encontró a la entrada de la torre porque era más fácil para él de entender.

El siguiente destino sería cerca del hotel, un templo hindú que nos recordó Rubén que teníamos que ver, ya que era de los más importantes de la ciudad, en honor al dios elefante típico. Pues nada, con AC nos fuimos haciendo la digestión y mientras tanto el conductor contándonos que era la primera vez que él veía cómo caían 3 festivos el mismo día: año nuevo, viernes de pascua y otro que no recuerdo. El tío se llamaba Selva, muy majo que incluso quiso hacer negocio con nosotros para el día siguiente, consiguiéndonos el conductor para ir al aeropuerto por un precio módico.

El trayecto como de costumbre fue baratísimo y nos dejó allí muy cerca porque había mucho tráfico con la festividad y calles cortadas que era mejor para todos.

Caminamos un par de calles y nos encontramos esto que veis. Era la entrada al templo y había que entrar descalzo, por lo que a la izquierda de esta entrada, había una ventanilla donde podías dejar tus zapatos previo pago (por supuesto) pero de algo similar a 7c/€ o algo así, de risa.

Entramos descalzos y nos sentamos en el suelo del templo copiando a varias personas que ya estaban allí dentro.

Entre el fresquito del suelo de mármol y el aire que entraba, se estaba en la gloria.

Tuvimos suerte, porque justo al llegar un par de hombres salieron con instrumentos en lo que parecía iba a ser algún tipo de ritual. En el fondo del templo había como una caseta donde estaba la figura del elefante y de repente empezaron a sonar la flauta y el tambor. Dos que estaban junto al elefante empezaron a tirarle por encima de todo: plátanos, cocos, comida viscosa, no sé, un poco asqueroso la verdad. Mientras tanto otro le tiraba cubos de agua después de cada alimento para limpiarlo.

No sé que tipo de ritual era pero daba bastante asquete, Mientras nosotros escuchando tranquilos la música y Joana haciéndose fotos con ellos :)

Tras un buen rato allí metidos, decidimos levantarnos y ponernos en marcha hacia otro templo chino que había calle abajo, pero llegamos tarde porque ya estaba cerrado, así que me tiré un par de fotos y fuera.

Un poco más al oeste, se encontraba la Mezquita Nacional de Malasia, con lo que fue nuestro siguiente objetivo, Seguimos calle abajo y giramos hacia el oeste guiados por el google maps. Básicamente tuvimos que llegar hasta el hotel, lo cruzamos por detras para alcanzar la pasarela que cruzaba el río, pero como estaban en obras, nos tocó rodear más de los que nos hubiera gustado. Tras un buen recorrido de pasarelas y pasos subterráneos, llegamos junto a la mezquita.

Rhea ya no iba con muchas ganas de entrar, pero cuando un hombre se acercó y nos dijo que teníamos que cubrirnos por completo para acceder, y que además estaba todavía cerrada, que abría en media hora, se nos quitaron a todos.

Así que pasamos, escribí a Mol a ver por dónde iban y me dijo que de camino al hotel todavía. Por esto, decidimos seguir hacia el norte para llegar a la plaza de Merdeka.

Estaba bastante chula y tenía un palacio de un sultán justo al lado. Seguimos un poco más arriba y vimos un concierto de música rock local (uff demasiado para mis oídos) y a continuación una fila enorme de food trucks vendiendo de todo, y nosotros con algo de sed.

Estaba medio nublado para llover, pero no nos importó, nos pedimos unos cafés helados y nos sentamos un poco al lado del food truck. En ese momento empezó a llover bien, jajaja. De ahí subimos 50m hasta un cruce para poder pedir un Uber y llegar a las Petronas, donde finalmente quedaríamos con Mol y Piwi a las 7pm.

El primer Uber salió rana y lo rechacé porque tardaba la de Dios. El segundo tardó también y yo casi sin batería. Al montarnos al coche, el tío se empezó a reír sin parar que parecía que estaba fumao, jojo. Iba hablando con Joana que iba de copiloto y se puso a darnos vueltas por las mismas calles una y otra vez hasta que se encontró.. finalmente llegamos a las Petronas y nos dejó justo delante. Por cierto, este tipo hablaba algo de portugués, y Joana flipando :)

Sergio y Piwi estaban dentro y dentro nos metimos a encontrarlos. Pasamos por el baño y salimos para dar la vuelta completa al edificio e ir al frente de las torres para sacarnos alguna foto. La verdad que ya había varias docenas de turistas allí y nos costó hacernos con un hueco.

No sé ni cuántas fotos hicimos, cientos de ellas, pero a Mol no le parecían suficientes y quería sacar más con su camarita nueva, pues nada, dale... se puso incluso a sacar fotos a una asiática que pasaba por allí.

Tras un rato dando la chapa con la cámara y haciendo algún facebook live, nos despedimos de esa zona y nos fuimos a un food court que había cerca, bastante grande por cierto, pero a unos 15-20 minutos andando.

Mientras tanto, por el camino, estos se paraban en cada uno de los puestos de imanes a mirar mierdas varias. Al final les tuvimos que apretar un poco para ir a cenar, porque paraban en todas y cada una de las malditas tiendas. Al final lo encontramos y vaya si era popular, joder!!!


Este soy yo rodeado de 20 millones de personas mas o menos. Nos agobiamos un poco y como en todos los sitios daban mas o menos lo mismos, cuando encontramos un hueco donde meternoslos 7 para allá fuimos. Justo antes, pensando que tardaríamos mucho en decidir como siempre, yo me pille a medias con Rubén y Javi unos dumplings de sabores que estaban cojonudos (recomendados sin duda).

Tras una hora y pico de cena, ya eran mas de las 8pm y estabamos cansados, pero a Mol todavía le quedaban pilas para buscar un rooftop al que ir, como en la noche anterior. En este caso le quedaban pilas, porque lo que es batería del móvil poca, y a mi menos :P

Buscamos un par de ellos, pero como no hubo suerte, en la puerta de un rascacielos mismo pedimos un Uber y como no llegaba y se nos acabó la batería a ambos, decidimos ir a pie hasta el hotel, que curiosamente estaba en línea recta desde el final de la calle del food court.

Estábamos a unos 20 minutos, pero tardamos algo más, dado que estos iban la mayoría en chanclas de piscina y tenían los pies reventados. Yo la verdad que también, porque llevábamos todo el día pateando sin parar.

Ya no quedaba mucho más que hacer y se empezaba a hacer tarde, así que llegamos al hotel, ducha y a dormir todos.

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