Sunday, October 22, 2017

Cantabria infinita, esta vez, desde el aire !!


Otro finde más y no paramos de viajar. Esta vez tocaba visitar a la familia cántabra que la tengo muy abandonada desde el cumpleaños del otro enano en mayo.

El sábado por la mañana salimos tanto Rhea como yo al aeropuerto, pero con destinos diferentes, ella se iba a Oviedo (a sorprender a su madre por su cumpleaños) y yo tres horas más tarde a Santander a disfrutar del buen tiempo y la comida con la familia.

Me levanté con mucho tiempo, la maleta hecha y solo tuve que desayunar y salir al metro sobre las 9.15am. A las 10.45 ya estaba en el aeropuerto recién llegado en el tren desde Sants. Me fui a los controles de seguridad con mi ticket en el móvil, y directo a la puerta de embarque.

Llegué justo pero no me hizo falta más, me puse de los primeros a la cola, y bueno, Ryanair, qué vamos a contar que no sepamos ya. Salida con retraso y encima ahora cobran si quieres sentarte al lado de tu pareja o acompañante, con lo que la gente lo que hace es pasarse un buen rato cambiándose el asiento entre ellos para ir juntos, hasta que los azafatos les llaman la atención, un cachondeo de compañía vamos.

Con esto, llegué media hora tarde, pero allí estaban ya las niñas esperándome con Rosa. Salieron a recibirme a la puerta como se merece, jejeje. Por esto y no sé si algo más, no dió tiempo a comer lo que teníamos que comer y mi tío se quedo en casa cocinando un arroz muy rico, que más tarde nos metimos entre pecho y espalda en su terraza, con vistas al mar y montaña, de 10.

Si hay que poner algún pero, sería el rasca que hacía a las 2 de la tarde ahí, porque venia acostumbrado al calor de Barcelona y zasca. Menos mal que metí cazadora y sudadera a última hora.

Acabamos tarde y ya solo nos dio tiempo a acercarnos a las cuevas a Altamira, en las que curiosamente no había estado nunca, jeje. La verdad que nunca había leído sobre estas cuevas, pero siempre es un tema conocido, las pinturas ancestrales, bisontes, etcétera. Tuvimos que esperar un poco para entrar, porque pese a ser casi noviembre, había mucha gente en cola para entrar y nada, nos llevamos a las niñas a una sala de juegos que tenían espresamente para este tipo de situaciones.

Pasamos por casa del abuelo de las nenas, es decir, Juan José, a ver si todo estaba bien y porque las niñas estaban con un pelín de hambre, especialmente Marina :P Noes encontramos con la hermana pequeña de Rosa de camino a una cena y después nos fuimos ya con el coche directos a casa, a cenar bien todos en condiciones, jeje.

Domingo 22

El domingo nos despertamos pronto, aunque más tarde que otros días, es decir, sobre las 9.30 o así. Las niñas ya llevaban un poco despiertas y me las encontré a las dos en la cama mirando para mí, jejeje.. En cuanto abrí un ojo, festivaaaaaal!!!

Desayunamos y con la calma salimos de casa en dirección a los Picos de Europa, porque ese era nuestro plan para el domingo, habiéndo descartado Cabárceno esta vez. Paramos a comprar un periódico para ver un reportaje de un profesor del colegio de las niñas y ya no paramos hasta llegar a la base del teleférico de Fuente Dé.


Por supuesto ya íbamos pensando con antelación dónde ir a comer. Le dejé el móvil a Rosa y se puso a mirar algún sitio dónde comer un buen cocido pasiego (así lo llaman por allí). Reservamos en un restaurante y nos fuimos a la montaña, por una cantidad nada despreciable de 17€ por cabeza (no recordaba que fuera tan caro, pero bueno...), las vistas al final lo merecían.

La verdad que porque vas con las niñas y a unas horas un poco tardías, pero en principio la idea podría ser subir y hacer la ruta larga que hay desde arriba que seguro es una pasada. Nosotros al llegar arriba, aparte del frío que hacía, nos dedicamos a volar el dron por allí y sacar unas imágenes que te quedas loco. Luego nos dimos cuenta en un cartel que estaba prohibido, pero bueno, lo habíamos usado ya.


Al recogerlo nos fuimos por uno de los caminos a dar un paseo por arriba, porque cuanto mas entrabas en la montaña la temperatura iba subiendo y se agradecía. Al mismo tiempo, unos amigos nos empezaron a seguir, justo cuando sacamos unos plátanos para habituallamiento, jejeje. (Las cabras montesas que andaban por allí), dado que ya rascaba el hambre, eran sobre las 14.15h ya.

Cuando nos cansamos de caminar hacia adentro, volvimos a la casera desde donde se bajaba en el teleférico y nos tomamos unos mostos con pataticas, y si, he dicho mostos, jejeje, que en otras partes de España no saben ni lo que es :P Bajamos y nos pusimos en marcha de nuevo, esta vez ya de regreso al pueblo donde estaba el restaurante, en Espinama.

Al llegar al restaurante nos dijeron que teníamos otras dos mesas de 5 personas por delante, porque algo que no dije antes, fuer que ellos no hacen reserva porque saben que se les llena siempre, con lo que tu vas, y esperas, pero nunca te quedarás sin comer. Con lo que los tíos se quedaron tomando un vino/cerveza en la barra y las niñas y yo nos fuimos a ver el pueblo, bueno, los alrededores.

Tras unos 20-25 minutos nos dieron mesa en la planta de arriba y empezamos a pedir de la carta a tope. Al principio fue un jaleo porque las niñas (especialmente Marina) comían la carta con los ojos y querían pedirse media lista de platos, jejeje.

Al final el resultado fue: 2 cocidos lebaniegos, 1 cocido montañes, escalopines con queso y un solomillo a la piedra. No tengo fotos, pero no hace falta, porque la comida de sitios así en la montaña nunca decepciona, pero nunca. Nos pusimos hasta atrás, y eso que además nos pusieron un poco de queso Philadelphia para picar con pan al principio.

Bueno pues con todo esto, las niñas de la casa (las 3 :D ) se pidieron un postre cada 1, mientras Jose y yo intentábamos hacer la digestión de lo ya ingerido..

Ya se estaba haciendo de noche, porque al estar entre montañas, cuando cae un poco el sol se hace ya de noche. Pero todavía nos dió tiempo a hacer una parada en Potes de camino a Canales.

Potes es uno de esos típicos pueblos de montaña hechos de piedra, con su río y las montañas al fondo que tienen un encanto muy especial. Nos detuvimos junto a la torre del ayuntamiento, que es un torreón medieval, y desde la cual había unas vistas impresionantes para sacar el dron y filmarlo todo. Así lo hice, mientras la gente del pueblo se quedaba loca al verlo, jeje, yo me dediqué a volarlo. Fue una pena que estuviera marcada como zona restringida para volarlos, pero alguna imagen chula saqué.

Seguimos con la marcha, y cuando yo pensaba que íbamos directos a casa, todavía hicimos una parada más, cerca de Cabezón de Liébana, en concreto Santo Toribio de Liébana, donde hay un monasterio del siglo XVII o anterior que estaba muy chulo, y dicen es donde reside el trozo más grande de la cruz donde fue crucificado Jesucristo. En fin, religión aparte, nos dedicamos a verlo todo por dentro y fuera, el patio interior anexo a la capilla, y sobre todo a grabar con el dron por encima y por todas partes :) ...

Tras un rato nos movimos un poco más arriba con el coche, pensando que llegaríamos a una iglesia que se veía en la cima de la montaña, pero nos equivocamos de transporte, había que subir andando. Por supuesto nosotros pasamos porque venían las niñas, y porque se estaba yendo el sol y hacía ya un poco de frío para subir ahí. Hicimos foto familiar con dron y listo.

Al cabo de una rato y casi sin luz, regresamos al coche y volvimos a casa directos. Con la tontería de las curvas, a mi se me revolvió el estómago un poco, y cuando llegué a casa ni cené. Por el camino solo paramos a comprar una trenza de chocolate para el desayuno y unos sobaos pasiegos para Barcelona. Las únicas que cenaron fueron las enanas, que no sé dónde narices lo meten, porque son pequeñas pero tragan que da gusto :P .

Lunes 23

El lunes había poco que hacer, y más sabiendo que las peques tenían escuela y los padres trabajo que hacer en el estudio. Se despertaron muy temprano (y yo con ellas claro está...) para ir al dentista y luego al colegio. Primero se fue Rosa con las niñas, y al regresar del dentista se llevaron a Jose de paquete. Ahí ya me dejaron un juego de llaves del apartamento y otra del coche de Jose por si me quería mover, y se fueron.

Yo mientras desayunaba, dejé cargando todas las baterías del dron, movil, control remoto y batería externa para hacer grabaciones por todas partes. En primer lugar me puse a grabar desde la terraza del apartamento y por encima del pueblo.


Más tarde me llamó Jose para que fuera al estudio y para allá me fui con toda la maleta. Una vez allí, hicimos algo de tiempo comiendo un pincho de tortilla al lado del estudio, y tras eso nos fuimos a ver una parcela que sobre la que estaban trabajando ellos.

Como tenía el dron, pues había que aprovecharlo, y ahí estaba yo, grabando una parcela desde el aire, haciendo recorridos aéreos para ver cómo quedaría la casa a esa altura, etcétera... tras esto Rosa nos dejó en el parque frente al Palacio de Sobrellanos para poder seguir grabando con el dron.

Estuvimos una media hora grabando el palacio, la universidad, por encima del pueblo, el cementerio e incluso llegamos a sobrevolar otra obra que estaban llevando ellos para ver el progreso, jejeje, un todo incluido vamos... :)


Al rato llegó Rosa con las peques y nos fuimos a casa a comer antes de las actividades de la tarde.

La idea era comer una parrillada de carnes que tenían ellos preparada en casa. Mi tío encendió la parrilla eléctrica de la terraza y al tajo. Pusimos mesa, sillas, manteles y a comer todos al sol de la tarde. El día era inmejorable.


Acabamos muy justos y casi tuvimos que salir corriendo con las niñas a las actividades extraescolares, la primera, música con Ramón. Llegamos un pelín tarde y las niñas sin calentar ni nada se pusieron a tocar el piano, tócate los pies!!!

Las dejamos allí durante hora y media que duraban las 2 y nosotros nos fuimos al estudio. Ellos a trabajar y yo a grabar por allí con el dron. Grabé hasta que me cansé basicamente, porque por poder, podría estar hasta que las baterías se fundieran, pero bueno, fui prudente (también porque me saltó una alerta diciendo que la memoria del móvil estaba a 100% y no era posible grabar más caché, jajaja).


Volví al estudio y nos fuimos a recoger a las niñas para ir a la siguiente actividad: patinaje. En principio no se puede estar con ellas mientras practican, pero nos hicimos los longuis y allí estuvimos
la hora entera, hasta las 18.30h. Lo hacían genial la verdad, para ser tan pequeñas se defienden que es una pasada.

Cuando acabamos casi no quedaba tiempo y solo pudimos ir a casa a por mi maleta, descansar unos 20 minutos tomando un zumo de naranja y salimos hacia el aeropuerto de Santander, a unos 40 minutos. El vuelo salía a las 21.05 y la puerta de embarque se supone cerraba a las 20.30. Llegamos con tiempo de sobra, pero decidí entrar por el arco de seguridad, porque al ser Vueling, no te puedes fiar de nada. Nos despedimos con tristeza, sobre todo las peques, porque sé que les hace ilusión que vaya a verlas, y bueno, deseando volver a verlas prontito en León.

El vuelo salío 5 minutos antes de la hora (increíble pero cierto) y llegue a casa sobre las 23h, listo para soltar cosas, pijama y a dormir.

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