El tiempo para este primer fin de semana de noviembre no era muy halagüeño, pero nosotros teníamos esta fecha escogida desde hace meses, así que nos tocaba apechugar y jugárnosla.
Salimos de la estación de Sants con nuestro Opel Corsa rojo sobre las 18.30h dirección plaza España con la intención de salir por la ronda oeste. Ya se estaba haciendo de noche y sabíamos que llegaríamos sin luz a Ribes, pero bueno, no pudimos hacerlo antes y así salió.
No había mucho tráfico y pudimos salir bien tirando de google maps. Sobre las 20.30h estábamos llegando al pueblo y entramos directos al hotel con el coche. No sabíamos siquiera si tendríamos parking, pero bueno, callejeando llegamos a un parking apartado unos 100m del hotel y ahí lo dejamos dormir toda la noche.
Lo único que podíamos hacer en esos momentos era cenar, así que nos fuimos a hacer el registro al hotel, dejar las maletas, ponernos las cazadoras nuevas del Decathlon :) y a cenar a un sitio que ya teníamos reservado y requetemirado en TripAdvisor, la Perdiú blanca.
Huevos estrellados con patatas | Entrecot a la brasa |
El sitio es totalmente recomendado porque no solo está todo muy bueno, sino que además las cantidades de comida son desproporcionadas. Teníamos pensado elegir un entrante cada uno y luego un segundo, pero de pasada vi un plato enorme que nos quitó las ganas, así que pedimos un plato solo cada uno y quedamos a reventar.
Una cosa curiosa del lugar, o de la zona (vete a saber), es que cuando pides pan con tomate, te traen una tabla con un salchichón/butifarra (o como leches se llame aquí) para que cortes lo que quieras junto con el pan. Y lo más importante, es gratis, no te lo cobran, o por lo menos a nosotros no, y eso que nos lo cepillamos casi entero.
Tras acabar de cenar, nos enfundamos la cazadora de nuevo y volvimos caminando al hotel, que estaba escasamente a 5 minutos andando por el pueblo. Ya se notaba el frío de la montaña y además ya sabíamos que al día siguiente el clima nos iba a castigar y que no podríamos subir a Nuria de ninguna manera.
Por todo esto, contemplamos la idea de hacer una ruta más corta alrededor del pueblo si el tiempo al levantarnos no mejoraba.
Sábado 4
En efecto el tiempo era una caca, y no se veían ni las montañan al fondo desde la ventana, debido a la gran cantida de nubes que teníamos encima. Por eso, bajamos tranquilamente a desayunar pensando en la ruta alternativa.
RUTA 2 (10.63 km): Ribes de Freser-Mas conill
El desayuno la verdad que era otra de las grandes cosas del hotel, era tipo buffet y tenían de todo. Nos pusimos hasta el c**o de comer dulce, eso si. Croissants, galletas de todo tipo, nutella, pastas, coca dulce, magdalenas, zumos de varios tipos, leche con cacao, cafes, tostadas con mermelada casera, un festival en todo lo alto.
Con todo esto, aún así, nos dió por salir a dar un paseito de unas horas por la montaña jeje. Nos preparamos y salimos en dirección al sur del pueblo bordeando las vias del tren que estaba justo detrás, que pensábamos que era un ferrocarril que pasaba por allí y resultó ser el cremallera. Rhea se bajo la aplicación de Wikiloc para el móvil, porque era la que nos marcaba el camino de la ruta, y ale, a pasear.
La ruta era muy fácil, la verdad es esa, lo que pasa que íbamos cansados del viaje del día anterior, dormir en cama ajena y encima el desayunaco que nos metimos. Los primeros kilómetros eran básicamente casas de gente que vivia apartada por la zona, con sus ovejas o vacas. Luego ya nos fuimos adentrando más en bosque, y empezamos a subir de verdad por caminos de piedras.
Ni que decir tiene el frío que hacía, y el viento que cortaba un poco. Se ve en la imagen claramente cómo estaba el día en ese momento, y es que Ribes está en un valle, y bueno, se veía montaña y nube encima nada mas :) .
Seguimos por caminos pedregosos un buen rato, casi hasta la mitad del recorrido, donde incluso nos pusimos a hacer fantasías con el dron, e incluso se me fue la mano y lo estrellé contra una lateral del camino, por hacer el Spielberg.
A mitad de camino, había ya más casas, y sobre todo el camino comenzaba a estar más cuidado. No estaba asfaltado, pero era de cemento u hormigón, lo que lo hacía más fácil de manejar.
Al llegar, lo que si resaltó es que el servicio era algo lento y se desorganizado, es decir, una vez que nos sentaron en la mesa y casi nos dieron el menú, Rhea recibió una llamada del restaurante diciendo si íbamos a llegar a comer o no, jajaja.
Chorradas aparte, el menú era sota, caballo y rey, es decir, tenían 4 cosas buenas y listo. Lo primero que nos llamó la atención tanto al verlo en fotos en Instagram como allí en persona, fueron las fuentes de embutido que te ponían de 4.5Kg, brutal!!!
Estaba todo muy rico y por si alguien se lo preguntaba, la bandeja de embutido es un self-service, es decir, vas cortando lo que te apetezca y como te apetezca, y cuando has terminado, lo llevan a la cocina, lo pesan y te cobran la diferencia. En nuestro caso, nos pusimos finos (pese a que el camarero insistía en que controlásemos, porque la gente se pone a tope y luego no come el resto) y aún así pagamos 4€.
El restaurante solo tenía 2 turnos de comida, a la 13.30 y a las 15h, y cuando nosotros llegamos ya se estaba llenando. Menos mal que reservó Rhea. Encima cuando salimos, todavía había como unas 10 personas esperando para ser sentandas y atendidas. Quitando el tema control de personal y reservas (que era en papel), lo demás todo muy bien y muy rico.
Cuando acabamos de comer, salimos y nos pusimos a grabar un poquito con el dron alrededor de pueblo, que al estar en una alto, dejaba ver unos valles bastante bonitos...
Estuvimos poco rondando los alrededores porque hacía algo de fresquete y estábamos de siesta básicamente, encima el camino de vuelta ahora era algo más complicado porque seguían llegando coches a comer y ahí si que nos íbamos a cruzar con ellos en ese minicamino de cabras.
De regreso a Ribes, decidimos que estaría bien dar una vuelta por el pueblo, porque realmente el día anterior lo habíamos visto de noche y no pudimos apreciar el pueblo en sí.
Llegamos al hotel y nos acordamos que en la azotea había un jacuzzi, y subimos a verlo, porque nosotros estábamos durmiendo en la tercera planta, y esto era la 4ª, solo era para echar un vistazo, porque ni siquiera estábamos al tanto de que estuviera activo y se pudiera uno dar un baño. En el mismo instante que abrimos la puerta de la terraza, entraban mojados en bañador una pareja joven y se nos encendió la bombilla a los 2 (aunque creo que por diferentes causas, jaja).
La primera idea que tuve fue grabar todo el pueblo con el dron desde la terraza mientras Rhea aguantaba estóicamente sentada en una hamaca, pese al frío. Luego yo me quise meter al jacuzzi si o si, pero Rhea no lo tenía claro, así que se ofrecío a mantener el dron en el aire, mientras yo bajaba a por el bañador a la habitación. El resto os lo podéis imaginar, jejeje, y para muestra un botón.
Ese del jacuzzi soy yo, y la de al lado Rhea manejando el dron para grabarme e intentar luego aterrizarlo. El agua estaba calentita y se estaba genial con las vistas de las montañas de Vall de Nuria justo al fondo, una pasada. Tanta fue que al final Rhea se decidió a bajar a la habitación a por la toalla y el bañador.
Estuvimos ahí metidos una media hora más, hasta que se se apagó por si solo el jacuzzi y de ahí corriendo a la habitación completamente mojados. Tanto que hasta me resbalé y caí por la escalera, jajaja, menos mal que me agarré a la barandilla y no pasó nada.
Por supuesto se nos había ido la luz del día para pasear por el pueblo y encima empezó a llover justo al salir de la ducha en la habitación. ¡¡¡Qué suerte!!!! Aún así decidimos dar un paseo por el pueblo con el paraguas y ver algo, aunque poco vimos, entre la lluvia y que el pueblo tiene 4 casas, dimos un paseito de apenas media hora y vuelta al hotel a cenar.
Como no teníamos nada que hacer hasta la hora de la cena (20.30h), nos quedamos en la habitación haciendo el tonto, viendo la tele y Rhea jugando con el iPhone nuevo. A las 20.15h nos preparamos y bajamos al comedor del hotel, donde el desayuno básicamente y tuvimos que esperar un par de minutos a que abriese.
La cena del hotel también eran cuatro cosas, nada del otro mundo, un menú muy corto que no estaba mal, pero se notaba que no era reciente, era recalentado, o eso me dio la impresión a mi. Aún así, no nos podíamos quejar porque el día estaba frío, llovía y no estaba como para salir a buscar ningún restaurante. Eso si, fue el más caro de todo el viaje, jejeje (precio de Barna).
La gracia estaba en esa catania que se aprecia en el postre de Rhea, que es lo que más le gusta a ella. Me dijo que si quería probarla, y me la untó un poco en el yogurt y me la dió pensando que el postre tendría más, y cuando se puso a remover con la cuchara el vaso se dió cuenta de que no, de que me había dado la última, jajajaja. A ver, están buenas, pero me daba un poco igual comerla o no, por eso me dió la risa, porque ella quería el postre casi por eso solo, y la pobre se quedó sin ella.
Acabamos rápido porque la verdad, esperando desde las 6 en la habitación, teníamos más hambre que la leche y nos fuimos a dormir con una buena noticia, el día siguiente pintaba soleado arriba en Nuria.
Domingo 5
El día amaneció pronto, sobre las 8 estábamos arriba ya preparándonos para bajar a desayunar, y desde ahí irnos al tren. El tren salía desde la estación que estaba a 1 minuto andando (Ribes Vila), sobre las 9.16 y si lo perdíamos, tendríamos que esperar 2 horas más y no era viable porque queríamos estar saliendo de Ribes hacia Barcelona sobre las 16h a más tardar.
Bajamos a desayunar tranquilamente pero con todo ya preparado, y sobre todo con la mochila, para poder prepararnos unos bocatas y comerlos arriba si nos entraba la pájara, aunque con el desayuno que nos metimos, poco lo necesitaríamos, jaja.
Llegamos a la estación y nos dijeron que por ser temporada baja, solo habrían las instalaciones de arriba los fines de semana y no todas, algunas solo. Además, para nuestra sorpresa (y muy buena), el precio del ticket estaba a un 50%, con lo que, de pagar 50€ entre los dos, pasamos a pagar unos 28€.
El tren se tomaba unos 40 minutos en llegar arriba porque iba muy despacito, y además tenía que hacer una parada mas en Queralbs, a mitad de camino. Era muy agradable la verdad, porque te iba dando el sol por la ventana, mientras disfrutabas de las vistas de la montaña, una pasada. No iba mucha gente, pero iban abrigados de narices y es que arriba marcaba unos 2º C, yuhuuuuu!!!!
Comenzamos subiendo mucho, exageradamente sin parar, hasta que llegamos a un claro donde empezamos a apreciar el paisaje de verdad. La subida era paralela a los forfaits del otro lado de la montaña y se notaba, estábamos altos de narices. Al fondo, montañas, paz, aire fresco y si, un ciervo, tuvimos la suerte de poder ver un ciervo en su hábitat natural, una pasada.
Habíamos elegido una ruta corta para poder bajar a tiempo de volver a casa, pero aún así no nos dió tiempo y tuvimos que regresar cuando estábamos a un 75% de la ida, una pena porque prometía.
Al llegar de vuelta al edificio principal de Nuria, Rhea se fue al baño y yo me puse a grabar con el drón. En alguna zonas el dron no era siquiera capaz de mantener la estabilidad y se iba contra las paredes de la montaña. Lo volé durante 10 minutos y listo, lo guardé y me metí con Rhea al edificio para poder tomar un chocolate caliente, porque hacía un frío acojonante.
Nos sentamos en el bar un ratito hasta que llegó la hora de bajar del tren cremallera y venga, para abajo. La verdad que agradecimos volver ya, porque el frío era un poco insoportable con esa ropa que llevábamos, y eso que íbamos bien protegidos.
Al llegar abajo, nos fuimos al coche, que teníamos convenientemente aparcado a la puerta del hotel, nos subimos y pusimos pies en polvorosa. Siguiente destino: casita con mantas :P No sin antes repostar gasolina, dos veces, porque nos quedamos algo cortos y todavía nos quedaban 50km para llegar a casa, jejeje.
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