Thursday, December 7, 2017

New York - Thursday 7th

Ya quedaba poco del viaje pero las ilusiones por ver cosas nuevas no se habían acabado, pese a que nos habíamos pateado ya casi toda la ciudad, al menos en los que a Manhattan se refería.

La noche anterior había sido corta porque llegamos del partido de los Knicks algo cansados y más tarde que nunca, yo creo que hasta la medianoche no tocamos cama. Como ya teníamos tiempo para hacer lo que nos diera la gana, decidimos ir a desayunar unos bagels, pero no lo teníamos preparado y tuvimos que improvisar.

A mi me salieron algunos resultados en google sobre sitios con bagels y fuimos a parar a uno que estaba al lado de Levain Bakery, a Bagel Talk. Estaba unos 3 bloques más arriba, así que tardamos como 45 minutos en llegar en metro desde el hotel, aunque nos bajamos algo antes, a la altura del Gray's Papaya y fuimos andando lo que quedaba de camino.
Teníamos en mente después de los bagels acercarnos a Levain a por algunas galletas para el viaje de regreso o incluso para comer en Barcelona, pero íbamos tan hartos de dulce que dudamos y al final no las compramos.

Los bagels estaban de muerte, aunque los que los vendían eran un poco secos (mejicanos algunos, otros parecían árabes), y nos duraron menos que un suspiro. Rhea se cogió el caliente con bacon y huevo, mientras yo cogía el frío con aguacate y queso de untar.

Cuando terminamos nos pusimos a caminar hacia el este dirección Central Park. Queríamos terminar de recorrer el parque desde donde lo dejamos varios días antes, continuando hasta el lago grande de la parte superior, para después dar la vuelta.

Así lo hicimos, para poder bajar el desayuno, comenzamos a la altura del museo de historia natural y continuamos buscando un puesto típico de comida en la calle, porque Rhea quería comprar algo de frutos secos para dar a las ardillas. No encontramos ninguno a esas horas y nos metimos al parque sin más. Al llegar al lago dimos la vuelta y regresamos hacia el principio por la carretera llamadas "East Dr".

Rhea quería conseguir la instantánea perfecta dando de comer a las ardillas y nos costó un huevo, de hecho yo me cansé y le dije que nos fuéramos ya que me estaba cansando de hacer el tolai detrás de las ardillas. Antes de ceder, un par de ardillas respondieron a la llamada del hambre, y como habíamos encontrado varios frutos secos entre las hojas en el suelo, se empezaron a acercar.
Esto fue lo máximo que conseguimos que la ardilla se acercase a la mano de ella, y lo denominamos "Dame el fruto desde lejos, que no te toco ni con un palo" :P

Tras una sesión de fotos tremenda en el parque, nos dirigimos a la salida suroeste del parque donde estaba el mercado de navidad, previo paso por el baño en el centro comercial de Columbus Circle. Nos quedamos por la zona buscando regalos y cositas de recuerdo para comprar y de ahí nos fuimos finalmente a ver los highlines, al lado del Bubby's, donde íbamos a desayunar al día siguiente, jeje.
Antes de llegar a las vías del tren, porque eso son los denominados "highlines", tuvimos la oportunidad de visitar varios escenarios de películas o series famosas, en este caso, se puede apreciar en la imagen de la derecha la fachada de la serie Friends. La verdad que en la tele parecía otra cosa, en la vida real es un bloque de pisos enano. A continuación pudimos ver una entrada a una casa famosa por la serie/película "Sexo en Nueva York". La verdad que cuando llegamos ya había gente haciéndose fotos, y además la propia puerta de la casa estaba vallada para evitar que la gente entrase a molestar, porque debía ser algo habitual.

Cuando llegamos a las vías del tren, subimos por ellas y comenzamos nuestro recorrido por ellas. Las vistas eran geniales y encima el sol comenzaba a salir por el horizonte y nos ayudaba un poco para combatir el viento frío que hacía. Yo me quedé grabando un poco con la GoPro mientras Rhea tomaba el sol de la guisa que se ve en la foto de la izquierda :)

Al rato nos reencontramos y seguimos camino hacia el norte donde llegamos al anfiteatro que tienen cruzando por encima de la carretera. Es algo raro porque es un anfiteatro que se va ocultando por debajo del camino de las vias del tren y acaba como en una pared de metacrilato que te permite ver los coches pasando por debajo.

Estuvimos un rato, porque como no pegaba el aire se estaba genial con el sol. Al rato nos entró un poco el hambre y tuvimos que improvisar de nuevo. Esta vez tendría que ser un sitio cercano porque se nos había ido un poco la hora de comer. El sitio elegido fue Westville Chelsea, que estaba muy cerca del Chelsea Market, de hecho, nos bajamos de los highlines por el mercado de Chelsea que ocupa toda una manzana.

Este sitio era de gente un poco alternativa, bohemia, ochentera, vegana, de ese rollo, aunque se podía comer de todo claro está, esto es América, jeje. Nos pedimos algo para compartir como siempre y entramos un poco en calor también, que nos hacía bastante falta.

No queríamos comer mucho porque Rhea quería probar las tartas de Junior's, y no quedaban días físicos para hacerlo si no era esa misma tarde. Contando con que ya era tarde de por sí para comer, y que habíamos desayunado tarde, yo iba un poco sin ganas de dulce, pero bueno. Salimos de este local y nos fuimos calle arriba por la 8ª avenida. Todavía era de día cuando salimos, pero se nos hizo de noche andando hacia el Junior's que estaba en Times Square.
Jamás pensé que el tamaño de esto fuese a ser así, y eso que ya habíamos visto fotos de gente que se pedía el más grande, que es un batido de lo que quieras, y encima de la copa te ponen una tarta de estas, pero es que sea lo que fuere, esto era una sobrada.

Encima no pedimos una para compartir no, una cada uno con 2 c*j*n*s!!! Se nos fue la mano y claro, cada poco venía el camarero (muy majete él) a preguntarnos si íbamos bien, si necesitábamos más agua para pasarlo o qué. Yo empecé a comer y cuando me quedaba un tercio dije basta. Rhea casi se lo acabó pero también dejó algo.

Fue una pena dejarlo, porque llevarlo no era viable dado que nos íbamos al día siguiente, y acumular comida en el hotel era bobada porque acabaría en la basura igual. Lo peor de todo es que dijimos que nos cebaríamos mucho porque Rhea me quería llevar por la noche a un restaurante sorpresa. Yo me temía lo peor, no por el precio, sino por dónde iba yo a meter nada después de ese mazacote de azúcar. Ella me advirtió que lo dejase bastante antes, pero me daba pena dejarlo todo ahí.

El local la verdad que estaba genial, muy parecido a la Chessecake Factory de Chicago, y petadísimo de gente comiendo de todo, pero sobre todo las famosas tartas de queso, como nosotros. También como nosotros, la gente se dejaba siempre algo, o lo pedían para compartir entre 4, que era lo lógico.

Después de ponernos en pie, no sin dificultad, salimos rodando por la puerta y teníamos que hacer tiempo para la cena, que estaba puesta a las 8pm en algún lugar de Chelsea, es decir, otra vez de vuelta a donde habíamos estado antes.

En este punto, no recuerdo bien que estuvimos haciendo, aunque creo que lo siguiente fue entrar a la tienda de Levi's de Times Square a buscar unos pedidos de mi cuñado y por qué no, algo para mi también si era verdad que el precio era bueno. Al final no nos ahorramos tanto la verdad. De ahí nos fuimos al Macy's a ver si conseguía mejor precio en los vaqueros con el típico descuento que hacen a extranjeros por llevar el pasaporte.

Nuestra sorpresa fue que eso ya no existía, pero Macy's hacía un 30% de descuento con lo que compensaba un poco más. Nos costó un huevo y parte del otro encontrar la sección maculina en todo ese monstruo de edificio de hacer dinero. Estuve probándome pantalones y ropa durante casi una hora, y salí solo con un vaquero, jejej, pero como nos sobraba tiempo pues todo en orden.

De aquí ya nos fuimos a la cena, destino Chelsea, al lado del mercado. Resultó que el sitio del que hablaba Rhea era el Budakkan, que era famoso por, "otra vez", la serie de sexo en Nueva York. Yo el otro día ni me había fijado y la verdad que era complicado, porque era la tipica puerta de 4 metros de altura totalmente difuminada con la fachada, que pesaba mil kilos, y de la que solo entraban y salían personajes en traje y corbata o vestido de boda casi. Ahí entendí la insistencia de Rhea de "vete en camisa mínimo, por si acaso", jajaja.
Cuando entrabas, encontrabas una mesa llena de gente como recepcionistas de un hotel que cogían las reservas, pero eso sí, con poca luz, como dándole un aire de speakeasy típico de película de gangsters. Yo lo estaba flipando.

Nos dijeron que nos acercásemos a la barra, que alguien se acercaría a buscarnos cuando la mesa estuviese lista. Así lo hicimos, subimos unos escalones y accedimos al bar, repleto de gente y con la música demasiado alta. A la izquierda la barra con gente tomando algo, y otros como nosotros, esperando.

No pasaron ni 10 minutos, y se acercó una chica y nos hizo un gesto de "seguidme". Pues nada, detrás de ella con todos los bártulos (mochila, cazadoras, bufandas, gorros..) y nos empezamos a mover por un pasillo oscuro con mesas a los lados y gente sentada cenando con unas velas en la mesa alumbrando mínimamente los platos. A la izquierda, unas escaleras que daban a un salón principal con una mesa para 30 personas y una fila de chandeliers enorme encima.
Fue muy gracioso cuando llegamos a la mesa y los que teníamos sentados a nuestro lado, estaban alumbrando con el móvil la carta porque no veían nada, jajaja. Yo no quise decir nada antes porque era un sitio elegido por Rhea y tampoco quería ser desagradecido, pero es verdad que se pasaban con la oscuridad. Para una vez que estamos en un país que pasa del gasto energético, estábamos cenando con velas como en el siglo XII.

Es cierto también que cuando ella me dijo que me arreglase, le dije que la gente en este país va como quiere sea donde sea, y efectivamente, había gente muy elegante, pero también algunos con la gorra, unos vaqueros normales y camiseta. En fín, de todo. Lo mejor era que la música de la entrada se oía muy poco y se estaba genial ahí.

La cena no salió barato, eso me lo dijo Rhea de antemano, pero le hacía mucha ilusión, y además tengo que decir, que todo lo que comimos estaba de 10. No pedimos mucho por el empacho que traíamos de la tarta, pero la carne, el arroz, las gyozas, etcétera, no los había probado mejores en todo el viaje y puede que en mucho tiempo en España. La cocina funcionaba en ese sitio, si señor!!

Con la barriga llena nos levantamos y nos fuimos por donde vinimos, de regreso al frío neoyorquino, que ya empezaba a notarse en esos días finales, porque además daban muy malo para el día siguiente con máximas de 2ºC, flipante. Sin mucho más que ver o hacer, nos fuimos al hotel a descansar el cansancio, preparar las maletas un poco para el día siguiente y dormir, dormir todo lo que se pudiera.

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